El show de Gary, de Nell Leyshon


Esta novela, traducida por Inga Pellisa (lo cual suele ser una garantía), se titula en inglés Memoirs of a Dipper, que supongo que significa Memorias de un carterista, pues con dicha frase abre la autora el libro. Me gusta mucho más el original, aunque el título español no es desacertado por cuanto el protagonista y narrador, Gary, presenta los hechos de su vida como si fuesen un auténtico espectáculo en el que él oficia de maestro de ceremonias.

La escritora inglesa Nell Leyshon obtuvo un gran éxito en España (y en otros países) con su novela Del color de la leche, que aún no he leído. En El show de Gary nos adentramos en la confesión de uno de esos personajes socarrones, provocadores y al margen de la ley que tanto gustan a los narradores ingleses, creaciones con cierto parecido a las de Martin Amis o Irvine Welsh: tipos que sobreviven en ambientes turbios, que salen de infancias duras y se abren camino en la vida mediante actividades ilegales. En el caso de Gary, desde crío acompaña a su padre a desvalijar cajas fuertes y aprende el oficio. En un entorno como el suyo, con un progenitor brutal con tendencia a atizarle y una madre bebedora, Gary sólo puede acabar convertido en un ladrón, en un tipo que luego irá descendiendo peldaños (drogas, alcohol, cárcel…) hasta que sepa que sólo está en su mano ser capaz de reformarse y tener una vida normal.

Uno de los rasgos notables del protagonista, algo de lo que él alardea, es que es capaz de anticiparse, de ver cosas que los demás no ven, de intuir lo que va a pasar, de saber leer en las personas para predecir sus actos. Esto y su descaro son dos de los aciertos del libro. Y, por supuesto, la creación de una voz narradora que está a mil millas de Nell Leyshon: parece mentira que una mujer de mirada tan limpia y ojos tan benévolos haya sido capaz de dar vida a este simpático criminal, pero al fin y al cabo ése es el poder de la ficción y el milagro de lo creativo. Esa voz narradora, la de un tipo duro, me recuerda un poco a las novelas de Susan E. Hinton (pienso en el Rusty James de La ley de la calle, donde además sale un personaje secundario que comparte mote con uno de El show de Gary: El Enano). Y algún pasaje donde los dedos que afanan carteras me remiten a Pickpocket, esa gran película de Robert Bresson. No sé si son influencias deliberadas o involuntarias, pero bienvenidas sean.

Pese a los ambientes malsanos en los que se mueve el protagonista (y que incluyen maltratos, palizas, yonquis, cárcel, centros de desintoxicación…), nunca faltan en estas memorias el humor y cierta esperanza, que hacen más llevadera la vida cruda de Gary. Unos fragmentos:

-¿Qué quieres?
-¿Por qué crees que quiero algo?
-Se llama intercambio humano –digo–. Todo humano que hable con otro humano quiere algo. En eso consiste la vida, todos corriendo de aquí para allá intentando conseguir lo que queremos.

**

-¿Sabes cuidar de ti mismo?
Asiento.
-Me conozco el percal. Veo a la gente antes de que me vean a mí, huelo los plátanos cuando hay monos cerca. Nadie se enterará de lo que estoy haciendo.
-¿Y si hay problemas?
-¿Cómo crees que me hice esto en la nariz? Pero no voy a pegarle un puñetazo a nadie si no tengo que hacerlo. La mayoría de las veces la violencia no consiste en la acción. Consiste en la actitud. Consiste en la amenaza de usarla. Lo único que hay que hacer es ponerse firme, tener la actitud apropiada y se echan atrás.

**

-Todo está en lo que proyectes –dice John–. La mayoría de la gente es estúpida y quiere certezas. Mientras tu historia sea creíble, y mientras ellos quieran saber lo que estás viendo, no la cuestionarán. Si te inventas una historia que puedan creer, son tuyos. Recuérdalo siempre, a la gente le gusta que la reafirmen. Haz ese trabajo por ellos.


[Sexto Piso. Traducción de Inga Pellisa]

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