EL PRIMER POEMA
Me asomé al abismoera blanco
no parecía tener límites
―yo soy mi fin―
ni tampoco esperaba hallarlos
ayúdame a encontrarme
fue lo único que le dije
al poema
poco más he de añadir
de este viaje no hay retorno
LAS MEJORES CANCIONES
y sentado a la mesa donde se repartía el pan
ni rozaban mis pies el suelo
bailaban y bailaban, incansables
estas mismas piernas al aire
aun sin música, daba igual
las mejores canciones las llevaba yo dentro
y para bajarme saltaba
sin pensármelo, sin ningún temor
no albergaba ni la más mínima duda
el mundo bajo mis pies
era firme, seguro
iba a ser mi pista de baile
LA VIEJA COSTUMBRE
me encantaba pisar los charcos
era mágico contemplar el reflejo
propio y del cielo
romperse en cientos de gotas y salpicaduras
desiguales
y con el agua en huida
durante un segundo
ahí el fondo: ondas, lodo, mis pies
enfangados
de insobornable realidad
escribir poemas no es más
que una continuación
de aquello
A LA AUSENCIA
que olvidé
el primer mandamiento del amor
quererme más, algo más
mucho más
a mí mismo
MORDISCO DE SATANÁS
En mitad de la tarde,
En la dulzura de un sábado.
Cuando la artrosis te deja clavado”
Michel Houellebecq
El dolor, mordisco de Satanás
como el hermano siamés
nacido muerto
tras algo más de un par de años de mundo
este dolor sordo, callado
que roe y profana
vivido en silencio
no concediéndole nada que no tome por las malas
oponiéndole muros de carne y silencios
de dientes apretados
pero como dolor
que sabe de su naturaleza
duele
y es paciente y fuerte
y no se va, nunca me abandona
solo las escasas horas de no conciencia
lo atenúa
uando me pierdo en laberintos
de los que regreso
más viejo y cansado
Tomás Soler Borja, de Fe de vida (Ediciones En Huida, 2023)