CRÓNICA DE LOS DÍAS QUE PASAN por NURIA VIUDA

 


Mayo y sus días

Me han atrapado mis muertos estos días de luz primera. Un gesto del aire, también en la penumbra de las primeras sombras de finales de abril, enlazando con este mayo nuevo que tanto ha de deparar y retorcerse.

Siempre en primavera se me aparecen los muertos más queridos, quizás porque sus penumbras comenzaron con la luz y a la luz regresaron algunos, no sin despedirse de la vida. Con la luz a estrenar da más pereza y constituye una crueldad sin límite.

¡Qué putada irse justo ahora! A medio florecer las margaritas y tú risa de niña que suena con el mar otra vez.

Es lento este naufragio, la despedida, el aire que me anuncia el pasado acontecer. Las mañanas de sol, ahora lamento y recordatorio de aquella sinrazón que os apartó de mí.

Los muertos que me atrapan esta primavera, apresurados y cuerdos en la despedida, fueron más valientes. En cada margarita los distingo: su mirada de niños que jamás crecieron, aferrados a mis dientes como a un misterio.


Mayo y sus días

El color del cielo a las diez y media de la noche es una referencia de esplendor. No se ausenta el día. No desea huir hacia el abismo oscuro y las tinieblas. Tampoco el paisanaje parece apresurado por guarecerse entre las cuatro paredes que le esperan, al fin y al cabo, son siempre cuatro paredes el habitáculo que a todos nos cobija. Más o menos pulcro o decorado. Más o menos ordenado u ostentoso. Cuatro paredes y unas cuantas ventanas por las que se vislumbra algo parecido a la felicidad si respiramos muy hondo.


Mayo y sus días

Cerezas en todas las esquinas, las venden en el mercado de los martes y a la entrada del parque. Parece que este año hay superproducción. Las roban a puñados y las van comiendo por las callejas. También yo me acuso del delito, no he podido evitarlo, ha sido una tentación irresistible.

Qué dulzura extraordinaria sugieren algunos atascos cuando son producidos por una cola interminable de infantes, que se dirigen en fila India a los teatros. Profesan la religión de la inocencia. Aún son felices. Algunos profesores decidieron darles a conocer el jazz y el rock and roll. Estimulante final para este mayo moribundo en el que, sin embargo, una anciana dormita y cabecea al lado de una bolsa de plástico que contiene todas sus pertenencias: dos pares de zapatos que no casan y una manguera para espantar el calor del verano.


Nuria Viuda,
de Crónica de los días que pasan 
(Dalya, 2023)


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