Diario 1887–1910, de Jules Renard. Edición y selección de Josep Massot e Ignacio Vidal-Folch

 


Trabajas todos los días. Te tomas la vida en serio. Crees fervorosamente en tu arte. Eres moderado con la mujer. Pero no serás nada.


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Sí, lo sé. Todos los grandes hombres primero fueron ignorados; pero yo no soy un gran hombre, así que preferiría ser famoso inmediatamente.


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-Querido director –dice Schwob–, si aún duda en aceptar mi manuscrito, imagínese por un momento que estoy muerto.


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Solo hago vida social cuando tengo ganas de aburrirme.


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No basta con ser feliz: además es necesario que los demás no lo sean.


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Para triunfar hay que escribir inmundicias o bien obras maestras. ¿De qué se siente usted más capaz?


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¡La palabra exacta! ¡La palabra exacta! ¡Qué ahorro de papel el día en que una ley obligue a los escritores a ser precisos!


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Entérate de que no habrás progresado realmente hasta que hayas perdido el deseo de demostrar que tienes talento.


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Releerme es suicidarme.


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Nunca podrá usted hablar tan mal de mí como yo pensaría de usted, si pensase en usted.


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Por más que haga, el remordimiento más doloroso del artista es no ganar dinero.


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Por lo menos el oficio de escritor es el único en el que se puede, sin caer en el ridículo, no ganar dinero.


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La literatura es un oficio en el que alguien que tiene talento tiene que demostrárselo continuamente a gente que no lo tiene.




[DeBolsillo. Traducción de Ignacio Vidal-Folch]


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