YOYÓ por ANA GRANDAL




Yo bajo. El despertador me chilla al oído. El pie se pone en contacto con las baldosas heladas, un latigazo gélido me sacude el espinazo.

Yo subo. Café caliente, placer instantáneo. Mi mente despejada afronta con ánimo la nueva jornada. Quién sabe lo que deparará.

Yo bajo. En las entrañas del metro, empujones, ahogo, sudor. Caras hoscas que reflejan mi propio malestar.

Yo subo. El sol me saluda y le devuelvo la cortesía con una sonrisa. Nubes recién lavadas, azul optimista en el cielo.

Yo bajo. Beca precaria. Laboratorio siempre bajo la espada del recorte que pende sobre su futuro. Amenaza vieja y eterna.

Yo subo. Neuronas activas, conexiones que llevan a otras conexiones. Investigo, indago. La sustancia de la vida entre mis dedos.

Yo bajo. Estómago revuelto. Fritanga barata, lechuga mustia, hedor a comida basura en el comedor.

Yo subo. En el mercado del barrio, colores de la huerta, aromas frescos del mar, voces cantarinas que llaman a saborear los frutos de la tierra.

Yo bajo. Cierro la puerta y clausuro el día. Oscuridad. Lento goteo en el fregadero. Nadie pronuncia mi nombre.

Yo subo. Mi gato ronronea enroscado sobre mi regazo. El libro que leo me regala una nueva aventura. Recuesto la cabeza sobre un cojín. Estoy viva.

Ana Grandal,
en La Charla Literaria


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