Noches azules, de Joan Didion



Las noches azules son lo contrario de la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición.

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El tiempo pasa.
Los recuerdos se borran, la memoria se adapta, la memoria se ajusta a lo que creemos recordar.

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Es horrible verse a uno morir sin hijos. Lo dijo Napoleón Bonaparte.
¿Puede haber para un mortal un dolor mayor que ver a sus hijos muertos? Lo dijo Eurípides.
Cuando hablamos de mortalidad, estamos hablando de nuestros hijos.
Eso lo dije yo.

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"Te quedan tus maravillosos recuerdos", me decía la gente más tarde, como si los recuerdos trajeran consuelo. No lo traen. Los recuerdos son por definición del pasado, de lo que ya no está. Los recuerdos son los uniformes de la Westlake que hay en el armario, las fotografías descoloridas y agrietadas, las invitaciones a las bodas de gente que ya no está casada, las tarjetas impresas en serie de funerales de gente cuya cara ya no recuerdo. Los recuerdos son las cosas que ya no quieres recordar.

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La mala salud, que es otra forma de describir el precio que podemos acabar pagando por no perder el empuje, se nos echa encima cuando no se nos ocurre razón alguna para esperarla.


[Mondadori. Traducción de Javier Calvo]

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