1. Cartografía fantástica de tu barrio.
Los martes recorres los estacionamientos que nadie usa de madrugada, los terrenos donde las grúas son rinocerontes dormidos. Sigues con lentos e inseguros pasos a través de ese paraíso miniatura.
A veces busco pretextos
para entrar en las oficinas
y en los centros comerciales
para coger un poco
de aire acondicionado.
[“La adultez”]
Metes bolsitas de té en los zapatos para aliviar ciertas dolencias (las muelas y el hígado reclaman vacaciones) hasta pensar en otros remedios contra las frialdades que poco puedes explicar:
el café con leche o la quimioterapia
nos calentará los dedos
indefinidamente.
[“Falsa mejoría”]
2. Emily Dickinson temía apagar las velas con sus manos.
La escritura de Jiménez-Vera es el golpe que dan contra el suelo las mujeres en las ceremonias de Día de Muertos. La acuarela de una poeta que mide con los dedos las cualidades y el sabor seco de la contundencia. Un catálogo bibliográfico de ausencias. La imposible definición de un objeto olvidado en el pasillo de “Las nuevas teorías para construir un diccionario”:
Ya de adulta, oí a Harold Bloom hablar de poesía en una entrevista. Hablaba de memorizar poemas y lo describía como to possess a poem by memory. La palabra posesión me llevó a la palabra carencia. De repente comprendí, que de todas las posesiones, aquella de la que no te puedes desprender ni tampoco puedes llevártela a la tumba es la que se ha instalado en tu memoria por instancias prolongadas. Eso, en verso o no, es el poema.
[“apéndice xx sobre Harold Bloom”]
EDP University, 2015