Breve tratado sobre la maternidad


1 Anécdota creadora

Habiendo encapsulado la insistencia de todo un infierno excesivamente salvaje.


2 De enciclopedia

Una mujer llora por todos sus orificios. Y también engendra dentro y fuera de cada una de estas extrañezas. Puede poseerlos grandes, pequeños, rebosantes, dorados, también de acuerdo a la postura en la que se deja azular. Conocemos la palabra azular desde el acto poético: el cielo, por ejemplo, es de un intenso azul misterioso. El cuerpo de la mujer no es solamente un objeto, también es un proceso afectivo, etc.


3 Método de fecundación

El hombre, al igual que la mujer, transita diversos recursos amatorios. Estos recursos se utilizan como forma explícita del dolor, e incluso un llanto no breve, de alguna o ambas partes como resignificación de la belleza y el amor, representado con la conjunción de los sexos.


4 Apartado sobre fecundación y maternidad

La primera fecundación es el implante de la célula azul. De ser un acto horrible, el hombre abandona a la posible madre y busca otra. Viceversa.


5 De enciclopedia sobre el hombre

El hombre busca, desesperadamente, sangre. Se hace huésped, por así decirlo, por un período determinado dentro del útero materno para liberar la hormona que lo creará hijo. La búsqueda es intensa y, para ambos, de un dolor indescriptible y estúpido ya que además de no sentir el calor del cuerpo como condición adecuada, pasará inmediatamente al apartado 4. O, si la mujer no puede concebirlo, lo hará del mismo modo.


6 Método creador

El hombre entra en la mujer. Con furia, miedo, encanto, amor. Ambos se sostienen en complicidad como accediendo a la fuga necesaria de sangre por la herida. El orificio se adapta a las diversas reacciones y genera, como un músculo, un conflicto sexual o guerra. La mujer es creadora del hijo. El hombre es el hijo soldado.
Así, en posición de abrirse, la mujer llama hijo al hombre. Él, accede, porque su búsqueda está cumplida, a morir en causa. Esto quiere decir: trágico y miserable mira su vida y no sabe curarla nunca. Va a morir dentro de la mujer. Ella lo engendra, se hincha y lo merece. Así, los dos, en regocijo deslumbrante cumplen su función de lenguaje en penuria en nombre del amor.

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