Poeta contra poeta


¡Oh, qué versos tan tristes y tan bellos!

No cabe duda, leyéndolos:

la mujer que te abandonó,

poeta,

era pérfida como la parca,

más traicionera que el fuego

que avivó solo para que te abrasaras.

 

Ah, pero nos falta el testimonio

del otro lado de la cama.

¿Será tu amor tan puro,

tu dolor tan inmerecido

como el poema que escribiste

procura demostrar…?

 

Permite que lo dude,

poeta.

Conozco a los de tu calaña,

pues entre ellos me encuentro.

Y sé que usamos las palabras

con motivaciones insospechadas.

 

 Poemas preciosos se escribieron

desde el rencor más egoísta;

metáforas supremas nacieron de cloacas sentimentales.

Presuntuoso poeta,

déjame decirte que, muchas veces,

tus propios versos no mereces.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

You may use these HTML tags and attributes: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

*