No cabe duda, leyéndolos:
la mujer que te abandonó,
poeta,
era pérfida como la parca,
más traicionera que el fuego
que avivó solo para que te abrasaras.
Ah, pero nos falta el testimonio
del otro lado de la cama.
¿Será tu amor tan puro,
tu dolor tan inmerecido
como el poema que escribiste
procura demostrar…?
Permite que lo dude,
poeta.
Conozco a los de tu calaña,
pues entre ellos me encuentro.
Y sé que usamos las palabras
con motivaciones insospechadas.
desde el rencor más egoísta;
metáforas supremas nacieron de cloacas sentimentales.
Presuntuoso poeta,
déjame decirte que, muchas veces,
tus propios versos no mereces.