Fabián Casas pertenece a ese grupo de escritores que no escriben una gran novela y sin embargo están. Empiezan con la poesía y luego pasan a los relatos, sacan una novelita corta de vez en cuando, sacan recopilaciones de artículos. Pero no sacan un libro que haga que los cimientos de la novela y la literatura de su tiempo tiemblen. Sin embargo, están, cuentan, se les considera, se les enumera entre las influencias. Esto pasa en Argentina claro, donde se puede inscribir en una tradición en la que puede contar con hermanos como Borges. En España esto no pasa. En España o publicas un novelón y lo revienta o no eres nadie por los siglos de los siglos. Ahí tenéis, por ejemplo, al gran Tomeo, vivió y murió y sólo sabemos de él los cuatro gatos que leemos relatos.
Todos los ensayos bonsái es la recopilación de los artículos de Fabián Casas. Como no lo dice no sabemos si los artículos fueron publicados en periódicos, revistas, blogs, prensa online, o simplemente los escribió en casa y es la primera vez que ven la luz. Uno puede intuir que hay de todo. Los artículos de Casas se mueven en tres grandes superficies: la literatura, la música y el fútbol (a veces aparece una cuarta, el cine). Pero estos tres grupos temáticos se van entrelazando, contaminando, apoyándose los unos en los otros. Por ejemplo en ‘Waiting for the Mundial’ una serie de crónicas sobre el Mundial de Alemania 2006, podemos leer fragmentos como este:
Creo que ahí debe estar Messi desde el comienzo, sobre todo porque -al igual que Rafael Nadal- es una maquina de ganar porque no tiene pensamiento abstracto, es casi como el Benjy faulkneriano de El sonido y la furia. Esos tipos son los que ganan el Mundial. Los que se mueven en otra dimensión de la Matrix. Los que escuchan el disparo y salen corriendo el conejo o lo que pongan delante, sin dudar.
Lo que recorre todo el libro como si fuese la masa base de la pizza es el círculo íntimo de Fabián Casas, la familia y la memoria. Desde las crónicas de escritores argentinos que la mayoría pasan por momentos en que se cruzó con ellos o amistades mantenidas en el tiempo, o anécdotas de su familia que trascienden a la música, como ‘Charlas con el dragón: la canción es la misma’ donde desde la relación con su hermano, Casas elabora hermosas reflexiones sobre Led Zeppelin:
El Dragón asentía mientras los ojos se le iban superachinando. Casi, casi, parecía el Dalai Lama. Como ambos estamos pelados al ras, supongo que en esa mesa del bar pareceríamos dos bebés envejecidos que alguien se olvidó en un apuro. Después pasamos revista a los mitos Zeppelin: que Karac, el hijo de Plant, murió por culpa de la brujería de Page, que Page hacía magia negra y que la palabra Zoso, tan enigmática, significaba: sin posibilidad de buen final.
Algo que me sorprende en Todos los ensayos bonsái por lo antiliterario que pueda parecer es la repetición de citas o anécdotas. Fabián Casas maneja entre veinte y treinta citas que adora y las cuela en todas las anécdotas, artículos, historietas que puede. Cualquier escritor habría editado los artículos tras armar el libro para que no ocurriesen estas repeticiones. A mí me parecen tiernas (aunque puedo entender que haya a quien le molesten), como el anciano que siempre repite las mismas historia y va inventando, construyendo, pequeñas variaciones que le van llevando a lugares distintos. Como si estos artículos no fuesen más que historias de bar y Fabián Casas un borracho que vuelve a sus historias, esas que le acompañan siempre. Entrañable. El último artículo, ‘El viejo león del zoo’, es de los panegíricos mas hermosos que he leído nunca. Os dejo con su kata literario:
1) La Carta a la Dictadura Militar, de Rodolfo Walsh.
2) El escritor argentino y la tradición, de Borges.
3) El prólogo de Gombrowicz a la edición del Ferdydurke aregentino.
4) El prólogo a Los lanzallamas, de Roberto Arlt.
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