Tinieblas, de Thomas Bernhard


Tinieblas es un libro raro, misceláneo, difícil de encontrar, que publicaron aquí en 1987 y que contiene tantas virtudes como defectos. Comentemos los dos puntos, por si a algún lector le sirve de algo mi opinión a la hora de buscar un ejemplar:

-Defectos: el más importante es que este libro fue publicado en francés (es una edición original francesa) y, por tanto, la traducción al castellano parte de ese idioma, y no del alemán, lengua en la que escribía Thomas Bernhard y que, con tanta pericia, ha sabido traducir Miguel Sáenz (su traductor oficial, salvo en el presente libro y en Los comebarato, que yo sepa). Es decir: es una traducción de una traducción. Avisados quedan. Otro posible defecto es que, desde la perspectiva de hoy, casi todos los textos de este libro salen en Mis premios, esa obra esencial. No los he comprobado uno a uno, pero la mayoría me suenan de ese libro, salvo “Tres días”.

-Virtudes: es un volumen tan heterogéneo que sirve de amplio estudio de la obra de Bernhard. Porque se incluyen en el índice: un prefacio de Claude Porcell; una cronología del autor; las referencias biográficas y la cronología de sus obras; cinco textos de T. B., además de una entrevista con André Müller, que yo no había leído; siete estudios de varios autores, que analizan su manera de trastocar los géneros, sus obras de teatro, su temática, sus inspiraciones y modelos, etcétera; y al final no falta la bibliografía de aquel entonces, tanto en castellano como en francés. Como se ve, en realidad es un festín para amantes de la prosa de Bernhard. Lo malo es, insisto, en que la traducción rechina un poco, sobre todo porque estamos acostumbrados a la fluidez de Sáenz. Y en que la edición se ha quedado algo vieja. Pero es un libro de Bernhard; y, como diría Hilario J. Rodríguez, amigo, crítico y escritor: "Es Thomas Bernhard. Es obligatorio".

Os dejo con dos fragmentos de la “autoentrevista” titulada “Tres días”, que no estoy seguro de si ha salido en algún otro volumen en castellano, un texto en el que Bernhard explica su procedimiento y, además, dice lo siguiente: En lo que me concierne, no soy un escritor, soy alguien que escribe…:

Dos buenas escuelas naturalmente: por una parte, la soledad, el aislamiento, el rechazo a participar, y por otra, la permanente desconfianza, resultado de esta soledad, de este rechazo a participar. Y eso, desde la infancia.

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En mis escritos, todo es artificial, es decir que todos los personajes, los hechos, los incidentes se representan en un escenario, y el escenario está totalmente sumido en tinieblas. Los personajes que aparecen en el espacio cuadrado del escenario se reconocen mejor en sus contornos que bajo una iluminación normal, como es el caso en la prosa ordinaria. En la oscuridad, todo se hace claro. No solamente las apariciones, lo que se obtiene de la imagen, no, también la lengua. Hay que imaginar páginas totalmente negras: la palabra se aclara. De ahí su nitidez o su nitidez redoblada. Me serví en el comienzo de este medio artificial. Cuando se abre uno de mis libros, sucede en seguida así: hay que imaginar que se está en el teatro, con la primera página se levanta un telón, aparece el título, oscuridad completa y lentamente, de ese fondo, de esa oscuridad, surgen las palabras que se transforman en procesos de naturaleza tanto interior como exterior, y que, en razón misma de su carácter artificial, se vuelven tales con una particular nitidez.


[Gedisa Editorial. Traducción de Margarita Mizraji]

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