Encadenado de amor
Amor que inundas mis noches, mis días y mis entrañas
en un ir y venir. Que me acunas al alba cuando la vida se escapa y alumbras mis
temores cuando no soy yo misma y deseo huir.
Amor cuya pasión fijada en una bombilla vítrea, se
esfuma como el agua y perdura en la ventana de nuestro hogar nazarí; agonizando
a cada instante, minuto, jornada, semana, año y década, sin ti y sin mí.
Siendo niña, no supe ni pude reír. Ahora, brindo a tu
lado y me enrosco a tu cintura como una flor marchita: mujer amada por ti. ¡Ay!
Amor, cuando duermes te miro y deslizo por tus curvas mis sentidos, esperando
que despiertes para ligarte a mí.
Siento miedo por tu juventud y mi aventura, desierto baldío
que se apaga sin tu delirio. Amado, perdido, sentido, feliz e infeliz. Noches
en blanco y noches llenas, días afligidos y gozosos. Aire, organismo, pasado y
futuro. Mi vida entera, daría si te fueras.
¡Ay! Si te fueras… Escaparía en la mañana y rondaría
por el mundo hasta encontrarte, allí dónde estuvieras. Velaría tus sueños, tus
recovecos oníricos como la hizo la reina que llamaron Loca por amar a su rey más que a su vida.
Me pierdo cuando tus ojos escapan, piélago embravecido
que mecen la cuna de los niños no tenidos. Solitaria en este mundo vacío que
nada tiene si no estás aquí. Universo mísero que me abandonó a mi propia
suerte, y mi propia suerte, muere sin ti.
Amor no me mientas, retenme a tu lado con cariño, que
no por caridad o pena. Te amo como el primer día que te vi entre pupitres de
madera y libros de tapa hueca, entre personas que entraban y salían, entre la
vida que decía: “Adiós”. Y marchaba tierna.
No destrocé mis carnes en una noche perdida ni corte
mis venas repletas de sangre fría. Elegí el sendero de las rosas con espinas: pasión
y mentiras, cuando la vida pasa y te odio y me rechazas. Un sinvivir que es la
razón de la vida: el sentir.
Amigo, hombre que escuchas mis penas y alegrías, humano
que me dices: “Hola guapa. Pasa…”. Aunque sea un engaño envuelto en papel de azogue
con tachuelas de hojalata, que me ayuda a seguir. Te brindo mis palabras, solo a
ti.
Contigo veré cómo la frente se arruga, cómo soy
transparente y cómo la espalda se curva. Amaré a mi cuerpo nutrido de carne flácida
y mente de agua. Descubriré cómo la vida se apaga y queda la mirada blanca. Traspasaré
las fronteras conocidas y entraré en el mundo de las crisálidas.
El amor lo es todo y es nada. Hiere el alma y se arrincona
en la mañana caduca cuando la vida se esfuma y ya no sabes vivir. Almas níveas,
corazones sin plasma. Amor en las entrañas. Amor amar hasta el fin.
©Anna Genovés
Modificado 03/11/2024