EN LOS DÍAS DE FUEGO
Los bosques vivos.
La lluvia y su pulmón
de aire, y para los pájaros
canto y verdad.
Nos da de beber la nube.
La memoria lo evoca
en los días de fuego.
NO HEMOS APRENDIDO NADA
La talla que no alcanzamos.
El roto visible
que nos dejó la melancolía
y su tosca decepción
mientras creíamos saber.
El roto visible
que nos dejó la melancolía
y su tosca decepción
mientras creíamos saber.
TIERRA
No hay nadie más.
Sólo nosotros
y un poema
que acabó siendo la vida.
LA RAMA DORADA
Para evitar la quiebra de la fe,
unas nuevas escrituras;
una orientación más comercial
que dulcifique el trago a sus clientes.
Nuevos huéspedes donde alojar
la moneda de Caronte.
NI TARDE NI TEMPRANO
Despiertos
para esperar a la luz.
Dormidos
cuando la muerte
nos coja el sueño.
Dejarse encontrar.
En eso consiste la búsqueda.
Nada en este calor,
en esta flama desnuda
que nos cae de bruces.
Cansados y vivos:
casi sin miedo.
Acostumbrados a la demencia del sol
y al heno del verano.
Enamorados los días
-palacios del alma-.
Un ratito de luz
para bailar sin culpa.
Nicolás Corraliza