Me acordé de él el otro día, revisando esa joya del cine de culto titulada Thriller: A cruel picture (en la que se basó Tarantino para crear Kill Bill), al ver a Christina Lindberg, la protagonista, con un parche negro en el ojo... Recordé entonces al niño que a comienzos de los años 70 fui y el parche que tuve que llevar durante algún tiempo debido a un estrabismo infantil galopante, aquel parche en mi ojo izquierdo (el derecho, verde y nublado de tristeza) que me estigmatizaba y obligaba a dar a todo el mundo explicaciones, en el colegio sobre todo, y a soportar las mofas y burlas de mis compañeros de clase, desde entonces oveja negra del redil... Aquel parche redondo y negro como el fin de la noche, que con todo el cariño del mundo mi madre me hizo, parche de pirata, de lacra, de disidente, parche de paria... No tengo fotos con él, por desgracia, pero nunca lo olvido... En realidad, pienso, llevo todavía aquel parche en mi subconsciente, siempre ha estado ahí, solo que ahora me gusta llevarlo, ahora disfruto del estigma y la lacra, me singulariza entre el rebaño y me hace plenamente consciente de mi condición... Pero no entonces, a comienzos de los 70, con apenas cinco años, en aquella sociedad clasista e hipócrita, entre todas aquellas pirañas que buscaban con lupa cualquier debilidad o imperfección para lanzarse ávidamente a devorar a sus presas... Luego, tiempo después, no sé cómo ni dónde, mis padres consiguieron unas gafas de pasta con uno de los dos cristales ahumado, el izquierdo, que mejoraron un poco, solo un poco (seguían siendo de friki total, la verdad sea dicha) la situación y me ayudaron a corregir progresivamente y con paciencia aquel defecto en la vista... Hasta que con el paso de los años no tuve ya necesidad de llevar gafas, mi ojo estrábico pasó a ser solo vago, mi carácter se hizo fuerte y mi corazón rebelde, comencé a sacar partido de la diferencia y a creer cada vez más en mí, a enfrentarme a la vida y al mundo con la cabeza bien alta y a estar orgulloso de no ser como el resto... Quizás, pienso, fuera aquel parche en gran medida el causante de ser como soy, de no haber comulgado nunca con la mayoría y de ir siempre a tientas por la línea de sombra, buscando infatigable mi propio destino...
Vicente Muñoz Álvarez,
de Regresiones
(LcLibros, 2022)