THRILLER: A CRUEL PICTURE



POR varios motivos puede considerarse esta película, Thriller: A cruel picture (también conocida como Thrilller: They call her one eye, y en nuestro país como Desenlace mortal, 1973), de Bo Arne Vibenius, un filme de culto: lo sórdido de la trama, sus descarnadas escenas de sexo explícito, la cuidada fotografía e impactantes secuencias a cámara lenta (que tanto recuerdan a Sam Peckinpah), la censura en varios países, su psicotrónica escenografía y la legión de seguidores que con el paso del tiempo ha generado (entre otros Quentin Tarantino, que se inspiró en ella para rodar Kill Bill). Pero sobre todo y por encima de todo, por la imponente presencia de Christina Lindberg, la protagonista, que con un solo ojo (el otro, cubierto por un parche que varía de color en función de su vestuario) hipnotiza al espectador y condesa toda la carga morbosa del film. Sobre ella, frágil e inocente primero, cruel e implacable después, gravita todo el peso del metraje, y es ella la que justifica en última instancia todos los excesos de la película.

Una historia ultraviolenta de prostitución y venganza (con droga, porno y gore incluido), áspera y dura como el cemento armado, que con un ritmo envolvente y lento, muy lento, nos sumerge en el lado oscuro del corazón.

No apta (aviso) para todos los públicos, hará las delicias de los amantes del cine bizarro y las emociones fuertes.

Vicente Muñoz Álvarez,
de Cult Movies 2: Películas para la penumbra
(LcLibros, 2018)



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