LA QUÍMICA DEL COLOR en DEVANEOS



La química del color
son ocho estupendos relatos de Pepe Pereza, primorosamente editados por la editorial Aloha. Relatos ilustrados por Valle Camacho.

Cada relato lleva por título un color: Blanco, Rojo, Morado, Amarillo, Verde, Gris, Plateado, Azul.

En ellos Pepe maneja temas que son consustancialmente humanos. Pienso en la enfermedad, en el cáncer, en el color Azul que da título al último relato, autobiográfico, en donde lo descarnado y trágico se concilia con la ternura, con el cariño de esa madre que sabe disimular su disgusto ante una salida de tono de su retoño, con esa enfermedad que es como un tiburón blanco.

Si tiene hambre, acabará contigo, te devorará, bocado a bocado, hasta que no quede nada reconocible de ti.

En Blanco, Lara, una joven adolescente debe librar ella solita la batalla por sacar a su hijo recién nacido adelante en un paraje desolado y hostil. Y como no quiere ser una víctima de nadie, ni de sí misma (para superar las trágicas muertes de sus padres) apela a su inteligencia para sortear las amenazas, los chantajes, para darle la vuelta y que obren en su beneficio.

Rojo, incide también en la muerte. El joven Roberto pierde a sus padres de manera violenta y es enviado con unos familiares. Al igual que Lara, Roberto tiene dos opciones, o dejarse someter o plantar cara. Esa tesitura, la encrucijada que puede ser letal, se convierte en la posibilidad de remontarse, de salir de su apocamiento, de marcar su territorio, y ocupar así su espacio en el mundo (un tablero siempre inestable).

Otro tema que comparece en los relatos es la infidelidad. En Morado vemos los devastadores efectos que una infidelidad causan sobre un hombre. Su ánimo de venganza tendrá a sí mismo por objeto. El humor negro del autor emparenta al cornudo con el hombre que lo ha convertido en tal, para demostrar lo absurdo, muchas veces, de nuestros comportamientos. Víctimas como somos de prontos y calentones. Muy capaces de hacernos cometer una locura.

Amarillo es la constatación del fracaso, de los días grises, del fútbol como placebo, de las putas como un callejón sin salida.

En Verde vemos el contraste entre la vida de un ejecutivo de éxito (éxito laboral, porque todo lo demás, que viene a ser lo habitual, es un fracaso) y la de un ermitaño (que viene a ser él mismo) que para sobrevivir solo precisa de agua, alimento, una cueva o una tienda de campaña. El juego que es el amor, con forma de Tetris, debido a nuestra incompetencia, cortedad de miras, ensimismamiento o egoísmo, nos llevan a una mala disposición de las piezas, y nos impiden pasar de pantalla, avanzar en la relación, crecer (y aumentar, si toca) como pareja.

Gris es la gestión del deseo satisfecho o soñado. También el Ave Fénix que resucita de sus cenizas, buscando los brotes de una nueva vida.

Plateado es el camino de la destrucción, la adicción (que siempre resta y menoscaba) a las drogas, la prostitución; los escalones de una escalera infernal. ¿Se puede salir de ahí? ¿Cabe la redención?

La química del color es realismo sucio y luminoso, descarnado y tierno, humoroso y macabro, donde se evidencia lo trágico de nuestras existencias (muerte, enfermedad, infidelidades,…) aliviadas por el amor que los demás nos profesan, así como por la esperanza de un mañana.

Francisco Hermoso de Mendoza,
del blog Devaneos.


La química del color.
Aloha Editorial. 2023. 


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