POESÍA CONTRA LA HIPOCRESÍA
Es difícil no vincular la poesía de Vicente Muñoz Álvarez, dada su temática, a aquello que algunos impostan y muy poco tienen: la honestidad. “Siempre es un don”, como diría Claudio Rodríguez, otro poeta de los de verdad, y al mismo tiempo una responsabilidad y una pesada carga que el poeta porta.
Vicente Muñoz Álvarez es un poeta radical, un poeta de verdad, y rompe el lenguaje si eso va a generar el efecto que desea. Tiene a su servicio unos cuantos años de oficio poético y un sinfín de lecturas que van de la mejor literatura beat al realismo más descarnado.
Conocí a Vicente Muñoz a través de otro poeta fascinante, David González, que nos acaba de dejar huérfanos de poesía y realidad, y aún recuerdo esos poemas recitados como balas contra todo aquello que o no le gustaba o no podía soportar. Es algo más que una estética que ambos comparten, por supuesto, se trata también de una sensibilidad excepcional y que en ocasiones los deja desprovistos de todo abrigo ante el frío y los disparos de los otros.
Vicente Muñoz Álvarez es un poeta extraordinario, de los que cada vez hay menos, y ha tomado un camino, seguramente, más complejo pero mucho más interesante y ético. Cada vez que me pongo ante uno de esos poemas, cortados los versos, en ocasiones, como si fueran aforismos, no puedo hacer más que cerrar los ojos y querer ser exactamente como él: alguien importante que todo lo que dice es desde la verdad.
Este, amigo lector, no es un poemario fácil. Se trata prácticamente de una confesión. Es posible que en estos tiempos en los que nadie quiere mojarse demasiado, la lectura del libro pueda parecer rotunda y contestataria. Y lo es, por supuesto que lo es.
Puedo aseverar que en este libro no hay menos compromiso que el de grandes como Celaya, Machado, Blas de Otero o Miguel Labordeta. Y ese compromiso es también con el lenguaje y la búsqueda de las palabras justas. Eso hacen los buenos poetas, retiran todo aquello que sobra en el poema para dejarlo en lo esencial, en aquello que de verdad define una vida.
Pronto tomará de nuevo la carretera y recorrerá España observando atento todo lo que sucede en todos los lugares que va a visitar. Con un poco de suerte nos lo encontraremos o veremos esto mismo desde sus propios libros (ya publicados y los que han de llegar).
Nada tiene más fuerza que la verdad y la verdad es mirar de frente a la vida y afrontar todo lo que venga con valentía y sin perder nunca el verdadero objetivo: ser un poeta por encima de todas las cosas y un individuo que da ejemplo cada vez que abre la boca.
Quizá un día nos lo crucemos en nuestras vidas o caiga en nuestras manos una de estas joyas. Mientras tanto lo que nos queda es pensar en estos poemas como balas que no rehúyen un posicionamiento político ni buscan ser blandos o muchas cosas a la vez.
A mí lo que me queda es intentar parecerme un poco a él, y ser así: honesto, radical y un pedazo de poeta.
Nacho Escuín,
prólogo a La poesía es un arma que carga del Diablo,
de Vicente Muñoz Álvarez
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