Mentiría
si dijese que hace rato
que no siento
el aliento del silencio
enredándose en mis pensamientos
El cansancio roe mis entrañas
Calado por un horizonte
de algoritmos y mercachifles
que nazifican el destino
de cada página
La carrera
es un juego cruel
de cartas marcadas
que el chico triste
no quiso jugar
de cartas marcadas
que el chico triste
no quiso jugar
El telón se derrumba
Lo percibo retorciéndose
en los tuétanos del papel
En cada estertor de tinta
que ordeño
a las venas abiertas
del tiempo que me resta
El fuego se apaga
en este birome rengo
y las caras de la moneda
se abrazan a los escombros
de los versos huérfanos
y las caras de la moneda
se abrazan a los escombros
de los versos huérfanos
El aullido duerme
en el desván de mi garganta
junto a los recuerdos
y las espinas que abrazan
todas las mentiras
que entremezclé
con las verdades del barquero
No te ofendas, my friend
pero
nunca me ha importado
qué sacas tú
de todo esto
Sé
que la derrota vive
en la misma torre
donde vive el aplauso
y las palmadas en la espalda
del ejército de hipócritas
del contra-like
que remojan sus barbas
en el mar
de los poetas muertos
La sombra de las palabras
se alarga hacia el ocaso
Sí
Mi tiempo fue
Todos los caminos
se detienen en algún lado
Las cenizas se enfrían
Este cuentagotas de versos
ya no llora más
Rafael López Vilas