LA MÚSICA ME HACÍA LLORAR: María Jesús Ruiz.



Lo más jugoso de estas historias está en lo que ocurre al otro lado de lo que se cuenta, fuera de foco: el ridículo aprieto de quien intriga para engañarnos, el apuro de quien nos finge complicidad, la codicia baldía de quien nos agrede, la cruel inocencia de los lobos. Al cabo, lo que nos queda es una huella, como el negativo impregnado que dejó en la pared el dromedario pintado en la ermita de San Baudelio de Berlanga, saqueado a otro continente. A esa huella, la autora le llama alma.

Iván Blanco


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