MALOS TIEMPOS: Edición desahucio.



Siempre he escuchado que no conviene volver atrás, que siempre hay que ir hacia adelante, hacia nuevos horizontes. Y aunque en la vida es difícil no caer varias veces en errores del pasado, es un lema que sigo bastante a rajatabla en lo que respecta a mi literatura. Cuando escribo algo me obsesiono bastante con ello. Lo leo y lo releo, lo corrijo y lo vuelvo a corregir, y no hay nada más que eso en ese momento. Pero una vez creo haberlo acabado, o cuando ya ha sido publicado, lo olvido totalmente, me centro en lo siguiente y no vuelvo nunca más allí. Así ha sido siempre.

Hasta ahora.

Han sido varios los motivos que me han llevado a romper mis propias normas y volver sobre mis pasos, hacia este primer libro de relatos que se editó en el año 2014. Recuerdo cuando lo tuve en mis manos por primera vez. Yo estaba en una nube. Ahí estaba mi opera prima, mi pequeño retoño amorfo. Un libro que, pensaba, iba a causar un enorme revuelo en el panorama editorial underground. Un libro que iba a cambiar vidas y destinos y, de paso, sacarme de la indigencia poniendo mi nombre en grandes letras doradas brillando cual soles en el horizonte literario. Mi confianza en el libro era bastante fuerte e inocente pero, aún así, había cosas que me chirriaron desde el principio. La edición de Malos Tiempos nunca estuvo planeada, y llegado el momento todo el proceso fue un poco veloz e improvisado.

Siempre me ha atraído el rollo de escribir historias, de pequeño dibujaba comics y escribía relatos para la escuela, incluso llegué a ganar algún concurso, pero creo que fue en torno al año 2008 o 2009 que me lo empecé a tomar más en serio. Lo intenté con una novela, pero vi que la tarea me quedaba grande, así que me lancé a los relatos cortos. Escribía historias pulp, crudas y violentas, y se las pasaba a los colegas para alegrarles el día con una buena dosis de pesimismo. Poco después cree un blog para tener mis relatos en el ciberespacio, al alcance de cualquier incauto que pasase por allí y se dejase ensuciar. Escribía algo, lo subía al blog y me entretenía con los comentarios. Mis aspiraciones no iban mucho más allá, nunca pensé en recopilar esos relatos para publicarlos ni nada parecido, era consciente de estar en una etapa de formación y no resultaban más que divertimentos para ir cogiendo callo. El plan era ir puliendo mi estilo para, más adelante, embarcarme en la creación de una gran novela que cambiase el rumbo de la historia o alguna chorrada similar. Así que seguí escribiendo.

Mi vida personal pasó por diversos cambios y me vi en una situación peculiar. Podríamos decir que estaba en la mierda: no tenía trabajo, no tenía dinero, comía de la beneficencia, vivía en un chopano, bebía mucho y me pasaban cosas raras. Mi vida cada vez se parecía más a la de mi escritor favorito, Charles Bukowski, al que devoraba con ansia a la menor ocasión. Lo vi todo tan claro que decidí copiarle el estilo y escribir un rollo más autobiográfico, intentando sacar algo útil de toda la miseria que me estaba rodeando. Gracias a la crudeza de las historias y la morbosidad de los lectores fui ganando adeptos para la causa. El blog recibía más visitas, la gente hacía más comentarios e incluso un par de relatos fueron publicados en fanzines y webs de literatura underground y de baja estofa. Entonces fue cuando apareció ese tipo.

Se llamaba Ricardo Moreno Mira y también era escritor. Me pasó algunas de sus cosas y me resultaron muy interesantes. Se ve que al hombre le faltaba un tornillo, y eso para mí siempre ha sido un punto a favor. Me comentó que había montado una editorial para publicar sus cosas, y que ahora quería engordar el catálogo con obras de otros autores, gente que él consideraba estaban haciendo las cosas más interesantes dentro del panorama underground. Me preguntó si tenía alguna novela por ahí, le dije que una a medias, pero que era impublicable. Él estaba empeñado en sacar un libro mío, así que me comentó la idea de hacer un recopilatorio de relatos con el material que tenía en el blog y lo que pudiese tener por ahí inédito. Al principio me negué, no me atraía demasiado la idea, pero me endulzó los oídos y acabó por convencerme. Así que cogí un puñado de los que consideraba mis mejores relatos, los dividí en secciones y se los entregué para su publicación junto con una foto del pasillo del piso en el que vivía a modo de portada. A Ricardo le encantó y lo sacó tal cual. Así que ahí estaba, mi primer libro. Y aunque estaba encantado con él ya he mencionado que algunos detalles me chirriaban. Quizás me emocioné demasiado y entregué material de más, había altibajos en la calidad de los relatos y el libro era demasiado extenso. Supongo que pensé: «igual no vuelvo a editar un libro en la vida, así qué, ¿por qué no meter un poco de todo?».

Como es lógico el libro no supuso el terremoto literario que pensaba, ni puso mi nombre en letras doradas en el firmamento. Pero bueno, tampoco le fue mal, se vendió toda la tirada, que debió de ser de unos 600 ejemplares o así. Ni que decir tiene que tampoco me sacó de la indigencia, para nada, ahí sigo. Aprendí que en el mundo editorial el escritor es el que se lleva el porcentaje más bajo, eso si llega a ver algo de pasta. Yo vi algo, pero más por mi pericia negociadora que por otra cosa. Intuyendo un poco cómo iba a ir el tema me aseguré de poder tener la opción de comprar mis propios libros a precio de coste y revenderlos por mi cuenta. Gracias a eso saqué algo de pasta intentando vender mis libros a cualquiera con quien me cruzase en un bar, pero no dejaban de ser propinas ocasionales que procedía a gastarme en más cerveza. De derechos de autor no vi ni un céntimo.

Pero bueno, dejando de lado el patente fracaso en el intento de alcanzar la fama y la fortuna, lo cierto es que el libro me dio otras satisfacciones. Una vez estaba en un bar tomándome un café y noté que una señora mayor, que podría ser mi madre o incluso mi abuela, no paraba de mirarme. En un determinado momento se acercó a mí y me preguntó: «disculpe, ¿es usted Carlos Salcedo Odklas?». Yo dudé, no sabía bien qué contestar mientras en mi mente hacía acopio de recuerdos por si había cometido algún delito recientemente. Al final confesé que sí. Me dijo que se había leído mi libro y que le había gustado, aunque le pareció «un poco duro y deprimente» y me pidió permiso para darme un abrazo. Yo contesté que desde luego. No sé, fue muy bonito, y era la última persona que me imaginé habría podido leerme. Joder, casi me echo a llorar ahí mismo. Ha habido gente que se me ha acercado o me ha escrito para decirme que han disfrutado de la lectura, y es una de las mejores sensaciones que hay, transmitir algo que le llegue a alguien. En otra ocasión me escribió un mejicano. Me habló de mi libro y lo elogió, yo le di las gracias. Continuó escribiéndome sin parar, todo el puto día, mensajes cada vez más extraños, preguntando cosas más y más personales, contándome su vida. Se cabreaba si me veía en línea y no le contestaba al momento a cada uno de sus desvaríos, como si fuese una novia zumbada y ultra posesiva, al final tuve que bloquearle, pero lo hice con una sonrisa: ya tenía mi primer fan psicópata. Me escribió más gente de Sudamérica, y eso me llevó preguntarme cómo coño se habían podido leer el libro si este no tenía distribución allí. Me enteré entonces que circulaban versiones pirata por la red. Me parece bien, me resultó un bonito detalle, al fin y al cabo se trata de que la gente lo lea y, a poder ser, que lo disfrute. He conocido gente estupenda a raíz del libro, y hay un bar en el que han puesto de nombre Malos Tiempos a uno de sus chupitos en mi honor. ¿Qué más puedo pedir?

Un par de años después de la publicación del libro la editorial echó el cierre y a Ricardo se lo tragó la tierra (¿qué habrá sido de él?). Eso significa que no va a haber más ejemplares de Malos Tiempos. Si tienes alguno guárdalo como oro en paño, quizás algún día valga dinero, dependerá de como me trate el destino en cuanto a relevancia literaria. Todavía hoy hay gente que me pregunta por el libro, y aunque seguramente quede alguno en alguna parte, la cosa está tirando a jodida para hacerse con un ejemplar en papel, y no parece que eso vaya a cambiar de momento.

Como dije cuando escribo algo lo olvido, y así fue. Tras Malos Tiempos me puse con otra cosa, una novela titulada Los Cuadernos Negros que me ha llevado seis años escribir. En todo este tiempo no he vuelto a leer estos relatos. Pero cuando acabé la novela me dio por echarles un vistazo movido por la nostalgia. Fue desastroso. Veía mogollón de fallos aquí y allá. Entonces se juntó un poco todo. Se me ocurrió la idea de darle un lavado de cara al libro y hacer una nueva versión mejorada que estuviese al alcance de todos de manera gratuita. Como digo la gente aún me pregunta por el libro, a lo que les recomiendo buscarlo por Internet y bajárselo. Pero ya que su primer contacto va a ser con una versión digital pirata, ¿por qué no darles algo un poco mejor? También pensé que sería un buen método de promocionar la novela, lo típico: lee el primer libro gratis, y si te gusta compra el siguiente, mamón.

Me gustó la idea y me puse con ello, pero tampoco quería obsesionarme demasiado. Como he dicho en mi primera toma de contacto tras todos estos años lo que vi no me gustó, ahora soy un escritor distinto (¿mejor?), muchos relatos los abordaría de otra forma, algunos no creo ni que los escribiese ya. Quería cambiar muchas cosas, pero ese tampoco era el rollo, no se trataba de reescribir el maldito libro de nuevo. Además, aún con sus fallos, son el reflejo de un momento, de un periodo en mi vida. La crudeza, e incluso la torpeza, de algunas de estas historias son también lo que da un cierto encanto al conjunto. Así que me he limitado a pulir superficialmente algunas aristas, rollos de escritor, que si los signos de puntuación, cambiar palabras demasiado recurrentes, cosas así. Pensaba que eliminaría varios relatos, pero al final sorprendentemente solo me he cargado uno, y he incluido a cambio dos relatos posteriores que no estaban en la versión original. Sigue habiendo altibajos en la calidad, pero aún así no he encontrado ninguno que me resultase tan malo como para cargármelo, todos tienen su gracia a su modo.

La verdad es que he disfrutado más de lo que pensaba con esta revisión. Algunos relatos los tenía totalmente olvidados y he podido disfrutarlos casi como un lector más. Me parece que es un libro entretenido y divertido, con sus fallos y altibajos, pero una buena lectura al fin y al cabo si te va el rollo sucio, urbano, pulp y underground.

Si es tu primera vez con Malos Tiempos te indico. Se trata de tres habitaciones y un retrete. En la primera habitación encontrarás principalmente mis rollos autobiográficos, miseria cotidiana al estilo del espeso aliento bukowskiano. En la segunda habitación hay un rollo más pulp y gore, historias inventadas que siempre acaban mal. La tercera son una especie de ensayos, es la habitación que menos me gusta, pero tiene sus cosillas. Y en el retrete un poco de todo, los residuos y el aroma a orín. No olvides tirar de la cadena, y antes de que me lo preguntes: no. No he matado a ninguna chica con una mancuerna de 15 kilos.

Espero que disfrutes de este viaje, y si te gusta ya sabes: compra la jodida novela. Se titula Los Cuaderno Negros y es un libro con el que, ¿lo adivinas?, pretendo causar un enorme revuelo en el panorama editorial underground. Un libro con el que pretendo cambiar vidas y destinos y, de paso, salir de la indigencia poniendo mi nombre en grandes letras doradas brillando cual soles en el horizonte literario. En fin.... Ya veremos a ver qué pasa. Todo esto es solo otra historia por escribir.

Gracias por tu atención amigo. Disfruta del libro.


Carlos Salcedo Odklas


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