Federico Gallego Ripoll
(España, La Mancha, 1953)
Una pequeña idea de la felicidad
Por qué no pensar que al fin seremos árboles,
por qué no desearlo,
por qué no confiar en la misericordia del destino?
Árboles firmes soportando el viento,
despertando a los pájaros al alba,
recogiendo las nubes cada tarde
antes de repartir
el violeta preciso a cada una.
Árboles infinitos confortando en su duda
a la tímida luz de las estrellas,
saludando en su tránsito a los paisajes viajeros
con un gesto común a todos sus idiomas.
Árboles felices sin temer a la vida,
preservando a los tigres del furor de los hombres,
preservando a los hombres del furor de los hombres;
árboles sin conciencia, sin pecado, sin miedo,
regalando su sombra a las hormigas,
dueños de la certeza de lo inútil,
hermosos como amantes en silencio
ardiendo dulcemente en el ocaso.