A veces me siento mal. Mal porque novelas estupendas como ésta no tienen la reseña que probablemente merecen. Vaya por delante que considero a Sandoval un excelente escritor y que es muy probable que lea alguna otra de sus obras.
Tengamos en cuenta que he estudiado la temática de la guerra durante años y que esta obra trata de la de Corea, la gran olvidada y, sin embargo, precursora de la guerra de Vietnam. Por tanto, mi interés por esta novela, tan alejada de lo que en España solemos entender por novela de guerra, era enorme. Nuestra literatura no suele producir novela bélica ni tampoco de trauma, por mucha narrativa que trate sobre la guerra civil, pero esos ojos suelen ser más sociales que bélicos. Quizá la novela de Alfredo Conde Memoria de soldado aporte algo nuevo al respecto y también, la inolvidable Los girasoles ciegos de Alberto Méndez. Si pincháis en los enlaces podréis leer mis reseñas. Seguro que me dejo muchas más, pero son dos buenos ejemplos. El inicio de El ladrón de morfina es espectacular, en fondo y forma. En realidad, toda la primera parte es muy lírica, con un personaje muy bien retratado y sin abusar de innecesarios clichés. El recurso de la metaficción y sus notas al pie favorece nuestra inmersión en la historia. No obstante, las otras dos partes que conforman la novela están narradas de la misma manera, lo que me ha resultado tedioso. Si me vas a contar una historia, cuéntamela, pero no me ofrezcas unos puntos de vista distintos si no llevan aparejados cambios en el tono o en el estilo, eso sin desmerecer grandes escenas que ocurren en esta segunda parte. En la tercera ya estaba deseando que acabara de una vez, era más de lo mismo, pero con la sensación de que el autor estaba cansado, que el lirismo no alcanzaba el gran nivel anterior. Esto suele pasar con algunas obras e incluso autores, que pretenden exceder las historias que cuentan. La trama de El ladrón de morfina es excelente, no hacía falta que me la vendieran, eso dispersa a lectores como yo que piensan que en la sencillez y la autenticidad está la virtud. No obstante, y a pesar de lo que yo considero un fallo estructural, estamos frente a una gran novela, que eleva el nivel de la narrativa española y que sale de la zona de confort del autor, al que no vamos a perder de vista. Recomendable.
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