Tercera y última parte de la Trilogía de Bill Hodges, tras Mr. Mercedes y Quien pierde paga, que ya comentamos en este blog. Como apunté en el texto breve sobre el segundo de los libros, no se puede contar mucho de la trama si los lectores no han leído los dos primeros. Baste decir que, dado que Stephen King (creo que ya lo escribí aquí o en algún otro sitio) es un catalizador de los terrores contemporáneos desde hace décadas, y que, si en las otras entregas nos sumergía en temas como el terrorismo y los accidentes y las agresiones automovilísticas, esta vez toca el suicidio: el suicidio de los jóvenes que ven su futuro negro, pero también el de quienes, por vejez o enfermedad, tampoco ven otra salida a sus vidas. Aunque en esta novela es "una voz" la que les convence para que pongan fin a todo: dicha voz proviene de la mente del asesino del primer título de la trilogía, con el que los protagonistas aún no han zanjado del todo las cuentas. Hay, además, una cuestión que planea por la novela como una sombra, y que acaba surgiendo en las últimas páginas: lo injusto que resulta que alguien contraiga una enfermedad mortal y que luche por su vida mientras otros, en cambio, sanos y jóvenes, optan por quitarse la suya. Dejo aquí un fragmento:
No ha conseguido distribuir más que una cantidad limitada de Zappit –y por Dios, una parte considerable de la remesa era defectuosa–, pero los adolescentes son criaturas gregarias, y las criaturas gregarias mantienen vínculos mentales y emocionales. Esa es la razón por la que los peces forman bancos, y las abejas, enjambres. La razón por la que las golondrinas regresan cada año a Capistrano. En la conducta humana, por eso se hace "la ola" en los estadios de fútbol y de béisbol, y por eso los individuos se confunden en medio de una multitud sencillamente porque la muchedumbre está ahí.
Los chicos adolescentes se ponen los mismos pantalones holgados y se dejan el mismo asomo de barba por miedo a que se los excluya del rebaño. Las adolescentes adoptan los mismos estilos de vestimenta y se vuelven locas por los mismos grupos musicales. Este año toca We R Your Bruthas; no hace mucho eran 'Round Here y One Direction. Tiempo atrás eran New Kids on the Block. Las modas se propagan entre los adolescentes como el sarampión, y de vez en cuando una de esas modas es el suicidio.
[Plaza & Janés. Traducción de Carlos Milla Soler]