Campanas de Etiopía. Los que viven conmigo. Cuaderno 1, de David González


En su infancia y primera juventud, Yuma había sido el mejor amigo del Hombre de la Cicatriz en el Ojo. En R., la empinada aldea en que ambos escucharon por vez primera los mugidos complacientes del ganado en la cuadra y los ladridos rabiosos de perros con aspecto lobuno atados, en corto, con cadenas, a las ruedas de las carretas, a la casería del Hombre de la Cicatriz en el Ojo se la conocía por el sobrenombre de Casa el Cuadrado y a la de Yuma por el de Casa Modesta. El Cuadrado se encontraba al final de la cuesta, donde, por fin, se rendía la caleya, y Modesta al principio, abajo del todo, cruzando una huerta. Todavía soltero, Yuma cruzó esa huerta, cruzó la carretera, cruzó la mar y empezó una nueva vida, que imaginaba próspera, más allá, mucho más allá, de donde soplan los vientos del Norte:

Yuma emigró a Cuba.

Casóse allí con una cubana de armas tomar, rememora mi madre: Una trigueña muy celosa que lu traía a mal traer, continúa la excelente memoria de mi madre: Como aquí, en la tierrina, había sido chófer en una lechería de V. y como en su tierra de adopción contaba con un tío suyo que tenía camiones, le compró uno, y ya iba camín del segundo, me explica, cuando entró Fidel, y Fidel, suspira mi madre, Fidel lo acaparó todo... O como dice la canción: Llegó el Comandante y mandó parar, o algo así.
[Del relato "Campanas de Etiopía"]

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Política

si en una familia de cuatro
no nos ponemos de acuerdo:

cómo confiar entonces
en que lo haga el mundo:


vuestra constitución es el código penal:
varlam shalámov:

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Ayer, 29 de septiembre de 2014, un puto lunes, fue mi cumpleaños. Medio siglo. Manuela, mi mujer, se fue temprano a un juicio en el que ella era la única acusada y en el que, y tendrás que disculparme, no voy a entrar ahora: sería muy largo de explicar y además me pone de muy pero que de muy mala hostia. Manuela, ya te digo, se fue temprano a un juicio en el que ella era la única acusada y ya, hasta aquí: no necesitas saber nada más. Después, las musas, digo yo que serían ellas, me dictaron al oído un poema jodidamente bueno, que yo solo tuve que escribir tal cuál. Entonces, las felicitaciones de los cojones: comentarios en mi cuaderno de bitácora, correos electrónicos, llamadas telefónicas, mensajes de texto, notas de audio, clips de vídeo, whatsapp... Hasta una tarjeta electrónica con una vela encendida, a la que solo pedí realidades menos amargas al soplar la llama y apagarla a la primera. Sin embargo,

ninguna noticia de la gente del suroeste. Esta falta de consideración y obediencia no estoy dispuesto a consentirla ni a perdonarla. ¿En qué hostias están pensando? ¿Cuál es su puto problema? ¿Cómo tienen esos huevos? No presentar sus respetos al Jefe de la Familia. No presentarme sus respetos les traerá consecuencias y represalias sobre las que he de pensar con calma. Ese capullo que nombré capitán gana mucho dinero para nosotros, pero con el tiempo, en un futuro, podría convertirse en un problema. En una molesta mosca cojonera. Qué hacer entonces, en ese caso, con sus alas…
[Del relato "Los soprano"]

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Lo que importa 3

no importa

la clase de vida
que tengas:

buena o mala
mejor o peor:

importa esto:

que la tengas:


la felicidad consiste en poder decir: mañana:
maurice dekobra:


[Editorial Origami]

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