Leí hace unos días un artículo de Alejandro Gamero que cuenta cómo el mismísimo Marcel Proust pagó por reseñas que hablaran bien de “Por el camino de Swann”. Dice que al cambio serían más o menos unos mil dólares. Los periodistas de Le Figaroy del Journal des Debats se frotaban las manos, por allá por 1913.
Los espacios para reseñas y crítica literaria brillan por su ausencia en la prensa nacional. Lejos quedan los viejos y no tan viejos suplementos literarios y culturales que mantenían cierta vidilla cultural en nuestro país, dando espacios a libros, teatro, cine y otros productos culturales. Sí, “productos”, porque los que hacen cultura deberían contar con canales públicos y privados para promover sus obras. Seguir leyendo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, 24 de septiembre de 2019.