Cincuenta años después del golpe de estado que puso a los militares en el poder, siguen quedando puntos ciegos en el relato de aquellos hechos. Los que estuvieron allí, los que saben que pasó, los que lo urdieron y disfrutaron (y disfrutan) del “proceso revolucionario” siguen callados. La amnistía, llegada la democracia, se transformó rápido en amnesia, que no es lo mismo ni se escribe igual. Seguir leyendo aquí.
Artículo publicado en el diario La Prensa, 30 de octubre de 2018