Tenemos aquí 400 aprovechables páginas de conversaciones entre I. B. Siegumfeldt y Paul Auster, dedicando cada capítulo a un libro. En la primera parte, los escritos autobiográficos; en la segunda, las novelas. De esta manera, la experta y entrevistadora saca todo el jugo posible al autor porque ha analizado y estudiado cada libro en profundidad. A mí estas conversaciones me han dado una dimensión que conocía poco de Auster: el escritor proporciona muchas de las claves de sus libros, señala aquellos escasos pasajes autobiográficos que va introduciendo en sus ficciones, cuenta anécdotas reveladoras, reflexiona sobre la escritura… Lo cierto es que yo leí muchos de sus primeros libros, pero sólo uno de los últimos (Diario de invierno) y, gracias a estas entrevistas, me apetece leer algunas de las obras que tengo en casa pero que aún no he abierto. Copio algunas de las reflexiones de Auster:
PAUL AUSTER: […] Creo que, en torno a los cinco o seis años de edad, llega un momento en que a uno se le ocurre una idea y es capaz, simultáneamente, de decirse a sí mismo que es a él a quien se le está ocurriendo esa idea. Ese desdoblamiento sucede cuando empezamos a reflexionar sobre nuestro propio pensamiento. Una vez que se es capaz de eso, es posible contarse a sí mismo la propia historia. Todos mantenemos una ininterrumpida narración en nuestro interior sobre quiénes somos, y la seguimos desarrollando todos los días de nuestra vida.
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P. A.: Es un libro sobre un hombre solo en una habitación, concretamente yo mismo. Lo que ocurre cuando uno está solo es que se da cuenta de que está habitado por otros. Otros te habitan y existes como individuo únicamente por tu relación con los demás. No me refiero exclusivamente a la familia y los amigos. También me refiero a las personas cuyas obras has leído. Forman parte de quién eres. En determinado momento, comprendí que ese libro sobre la soledad tenía que ser, en cierto sentido, una obra colectiva. Por eso cito tan libremente a otros autores, porque forman parte de las conversaciones internas que se desarrollan en el personaje autobiográfico de A. hablo con ellos, y ellos hablan conmigo.
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P. A.: […] De lo que hablamos aquí es de la ambigüedad. Supongo que lo que trato de decir es que a veces la vida parece como si fuera una novela, "una extensión de lo imaginario". Las coincidencias suceden de forma tan imprevista, parecen gritarnos tan fuerte delante de nuestras narices, que pensamos que deben tener su sentido. Las cosas ocurren de maneras tan extrañas que queremos atribuirles algún significado metafísico. Bueno, pues por más tentado que esté de creérmelo, lo que estoy diciendo en ese párrafo es que no me lo creo. Es muy extraño que la realidad se parezca a la ficción, pero no pueden interpretarse ambas cosas del mismo modo. Caería uno en la locura si empezara a interpretar la realidad como si fuera una novela. Más adelante, cuando seguí reflexionando sobre este asunto, llegué a denominarlos "la mecánica de la realidad". El azar creará pautas. Y parecerá que esas pautas poseen significado, pero son arbitrarias.
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P. A.: […] Comoquiera que sea, tenemos que dar cabida a las cosas que no entendemos. Tenemos que vivir con los puntos oscuros. No hablo de la aceptación pasiva, quietista, de las cosas, sino más bien de la comprensión de que hay cosas que no vamos a saber.
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P. A.: […] Todos tenemos que poner orden en el caos de nuestra vida cotidiana, todos tenemos que hallar un medio que nos evite caer en la locura.
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P. A.: […] Lo que tiene prioridad sobre cualquier otra cosa debe ser aquello que tratas de pintar o el objeto que intentas describir. El material que quieres captar en el lienzo o en el papel de escribir. La forma se encontrará por sí sola. Si hay belleza, no será porque te has esforzado en crear algo bello. Sino porque has procurado penetrar en lo que estás haciendo. Lo que implicaría que el proceso es más importante que el resultado, y, sin embargo, como artista tienen que interesarte los resultados. Así que escribes con las tripas, escribes con el inconsciente, pero al mismo tiempo no es pura ferocidad. No todo es impulso. Hacerlo bien conlleva mucha cantidad de arte y oficio. Por eso es por lo que los escritores pasan tanto tiempo puliendo frases y párrafos. En esencia, escribir es volver a escribir.
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P. A.: Me fascina la porosidad entre lo inventado y lo real; la intersección entre diversas esferas imaginarias.
[Seix Barral. Traducción de Benito Gómez Ibáñez]