Lo que no sabes es que
he escrito este poema cien veces,
lo he garabateado sobre incontables menús para llevar y
propaganda para raves de mierda
con el único bolígrafo que encuentro siempre,
siempre un boli turquesa en miniatura.
He encontrado trozos de papel en los bolsillos
y les he prendido fuego en quince alféizares diferentes.
Y he observado al viento llevarse las cenizas
y devolvérmelas cada vez que
lo escribo, y me imagino entregándotelo,
y me asusta tanto que vayas a negar con la cabeza
y a decir que no puedes confiar en una sola palabra de lo que te digo
que lo arrugo hasta encogerlo
y lo meto bajo el respaldo en los asientos del bus
entre las colillas.