Buena novela de Margaret Atwood que en algunos tramos recuerda un poco a 1984 y que plantea un futuro en el que se emprende un experimento en el que cada ciudadano voluntario vive un mes en una prisión y el siguiente en una casa llena de comodidades… cada 30 días cambia esa vida: de presidiario a ciudadano de clase media y de ciudadano de clase media a presidiario. Así, dicen los responsables del invento, se nivelará la balanza y el sistema mantendrá su equilibrio. Por supuesto, los dos protagonistas del libro, la pareja formada por Stan y Charmaine, advertirán pronto que aquello se parece más a una cárcel gigante con instrumentos de control y de vigilancia que al paraíso que les habían vendido. Es estupendo cómo una mujer de casi 80 años se maneja con un lenguaje totalmente moderno, contemporáneo y repleto de humor; y además elabora una distopía que abre camino a varios temas muy importantes. Dos extractos:
Al principio les iba bien. Por aquel entonces los dos tenían empleo. Charmaine trabajaba en Ruby Slippers, una cadena de residencias y clínicas para ancianos. Se encargaba de or¬ganizar actividades para entretenerlos y toda clase de eventos –sus supervisores decían que tenía buena mano con los ancianos –y se estaba abriendo camino. A Stan también le iba bien: era uno de los ayudantes del departamento de Control de Calidad en Dimple Robotics, y se encargaba de probar el Módulo Empático de los prototipos automáticos destinados a los departamentos de Atención al Cliente. A los clientes no les bastaba con que alguien les metiera la compra en una bolsa, solía explicarle a Charmaine: querían tener la sensación de comprar de verdad, y eso incluía una sonrisa. Lo de las sonrisas era complicado; se podían convertir en muecas o expresiones lascivas, pero si dabas con la sonrisa adecuada, los clientes pagaban un poco más. Era asombroso recordar, ahora, en qué cosas gastaba dinero extra la gente en
otros tiempos.
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La ciudad gemela de Consiliencia/Positrón es un experimento. Un experimento ultra-ultraimportante; los cerebritos utilizan la palabra "ultra" por lo menos diez veces. Si sale bien –y tiene que salir bien, y puede salir bien si todos trabajan juntos–, podría ser la salvación no sólo de las zonas más castigadas de los últimos años, sino también, con el tiempo, y si desde los niveles más altos se acabara aplicando este modelo, de la nación como un todo. Acabarían con el paro y la delincuencia de un plumazo y todos los implicados podrían gozar de una nueva vida, ¿se lo imaginan?
[Ediciones Salamandra. Traducción de Laura Fernández Nogales]