"Prefiero antes ser un cerdo que un fascista". Porco Rosso (1992).
Cualquier historiador ecuánime les confirmará esto que voy a decirles: Mao y Stalin fueron los mayores genocidas del siglo XX. Los dos eran comunistas (aunque se llevaran regular entre ellos). Esto del ranking genocida es una verdad incuestionable y lo seguirá siendo pese a los incomprensibles negacionismos de la izquierda nostálgica.
Por cierto, las falacias argumentativas del “y tú más” de la derecha, vengan o no vengan a cuento, no cambian la realidad comunista. No utilicen una falacia argumentativa como falacia argumentativa.
Digo todo esto porque ustedes pueden poner, cómo no, lo que quieran a este respecto en sus comentarios, pero les advierto que a mí el negacionismo comunista me suena ya a tierra plana, a homeopatía, a astrología y a acupuntura. O sea, que no malgasto tiempo en rebatirlo, lo mismo que no malgasto tiempo con los creyentes.
Así que uno puede ser comunista si le viene en gana (así somos los demócratas) pero no puede alardear de Historia del Comunismo porque, al igual que la Historia del Fascismo, es una puta mierda gordísima de Historia y está plagada de asesinatos arbitrarios.
Yo soy socialdemócrata.
Stalin dijo de la socialdemocracía que era la pata izquierda del fascismo en otra de sus ingeniosas falacias justificadoras de purgas. Los comunistas nos llama(ba)n socialfascistas. Claro que también llamaban al Muro de Berlín “muro de protección antifascista” y se quedaban tan anchos.
Han pasado un montón de décadas desde la muerte de estos genocidas comunistas y, a día de hoy, después de la crisis y de la consiguiente deriva hacia el resurgimiento de los (popul)ismos, vuelven las chorradas fascista/antifascista. Para más inri, casi nadie sabe lo que es un fascista si exceptuamos a Mussolini (el tipo que lo inventó), a Beevor, a la wikipedia, a mí y a alguno más.
Se lo voy a resumir en una sencilla fórmula:
Fascismo
=
Totalitarismo = Estado represor, unipartidista y unipropagandista (muchas banderas y camisetas y pintadas y etc de merchandising de revolucionario del XIX).
+
Nacionalismo = Estado como encarnación del “espíritu del pueblo” (pero nadie define “espíritu” ni “pueblo”).
Con está fórmula en la mano, comprobamos que casi todos los que se autoproclaman antifascistas son, en realidad, unos fascistas de cuidado.
Porque la antítesis del Fascismo no es el Antifascismo sino la democracia liberal.
Y dentro de la democracia liberal, los socialdemócratas somos los mejores porque tenemos todas las virtudes del liberalismo y, además, somos darwinistas y expandimos nuestro círculo de compasión a todos nuestros semejantes gracias a la invención y mantenimiento del Estado de Bienestar, que es la única Revolución política virtuosa de la Historia reciente.
Así que quiero aprovechar hoy para mandar a tomar por el culo, por enésima vez, a todos los comunistas disfrazados de populistas que van de antifascistas y que tiene la desvergüenza de llamarnos fascistas, a la menor oportunidad, a los que sí podemos alardear de Historia de la Socialdemocracia.