Píldoras de papel, de Ana Patricia Moya
Sin ganas
Agua fría que golpea mi nuca:
señal temprana del ciclo que se repite.
Desayuno sin ganas,
y hago travesía por calles estrechas
-aislada del asfalto con mi música-
para tratar libros por un sueldo ínfimo.
El regreso es almuerzo sin ganas,
aguantar telediarios sensacionalistas
de políticos sinvergüenzas,
desgracias mundanas y fútbol, y más fútbol.
La tregua de mi estómago casi vacío
se rompe: en la tarde, el segundo empleo.
Evito las diarreas mentales de la televisión rosa
con antídotos de Sinatra y Madonna.
Llega la noche: lidio un poco con mis sueños
para luego hacer una cena sin ganas.
Acaba mi cuerpo derrumbado en el edredón
sin haber leído poesía (me provoca nauseas),
ni cuentos (para cuentos, los de la caja tonta).
El puto insomnio remata la faena magistralmente:
trae pesadillas que tratan de imposibles.
Sin asomarme a la taza del váter
……………………….mastico mierda todos los días.
**
Tres deseos
Si me encontrase con una lámpara mágica,
lo tengo bien claro: millones de millones
…………………….para jubilar
a mis padres, garantizar el futuro de esos hijos
y nietos que jamás tendré; vivir en un paraíso
de montañas, en una casita con huerto y
…………………….perros grandes,
para retirarme el resto de mi miserable existencia;
y, finalmente, que el genio incapacitara mis manos
para la poesía,
………………para no volver a llorar jamás.
**
Sólo nos queda escribir,
……………aferrarnos a las palabras
como botes salvavidas que te aíslan
de territorio hostil,
porque Dios es un incompetente
sin aliento, incapaz de responder a los dilemas,
para reclamar que somos animales
sin domesticar, que aúllan y rugen
cuando nos descarnan las heridas,
……………………que nos tornamos sumisos
suando una mano dócil e inocente
acaricia nuestras garras.
Sólo nos queda escribir
testamentos únicos de supervivencia
para escapar de la locura,
……………………para dar sentido a tanto dolor.
[Huerga & Fierro Editores]