tuya con diecisiete,
sujetando un caballo y sonriendo,
aún no mi madre.
La gorrita ocultaba tus cabellos,
tus pantorrillas largas eran las de un varón.
Sujetabas las riendas, con la mano
un puño por debajo de su enorme mandíbula.
Los árboles al viento inmóviles al fondo.
El cielo granulado por la antigua película.
Pero lo que realmente me impactó fue tu cara:
la mía.
Pero lo que realmente me impactó fue tu cara:
la mía.
Creí que tú eras yo por un instante.
Hasta que vi el abrigo de mujer
ceñido en la cintura, los pantalones anchos
y la fecha arañada en una esquina.
Entonces confirmé que esa eras tú con diecisiete,
sujetando un caballo y sonriendo,
aún no mi madre,
aunque yo claramente ya era tu hijo.
ceñido en la cintura, los pantalones anchos
y la fecha arañada en una esquina.
Entonces confirmé que esa eras tú con diecisiete,
sujetando un caballo y sonriendo,
aún no mi madre,
aunque yo claramente ya era tu hijo.
(Poema de Owen Sheers. Del libro El hombre sombra,
Editorial Pre-Textos, 2016. Traducido por Andrés Neuman.
Leer original. Más poemas de Sheers: Bosque de Mametz y La boda.)
Editorial Pre-Textos, 2016. Traducido por Andrés Neuman.
Leer original. Más poemas de Sheers: Bosque de Mametz y La boda.)