Hambre de realidad, de David Shields


Este libro ha despertado desprecios y entusiasmos a partes iguales. Lo extraño es que muchos de los que lo detestan o lo critican ni siquiera se han tomado la molestia de leerlo. En sus 250 páginas, David Shields expone una especie de manifiesto en el que viene a decir que lo que hoy le interesa es la no ficción. No es que desdeñe la ficción (o así lo he entendido yo), sino que afirma preferir los libros que incorporan materiales de la realidad: crónicas, diarios, ensayos, imágenes, obras fragmentarias… Por otro lado sostiene que todo libro de recuerdos, de memorias, contiene algo de ficción porque, desde el momento en que tratamos de escribir lo que recordamos, vamos deformando nuestros recuerdos de manera involuntaria dado que la memoria es caprichosa (tesis con la que cada vez estoy más de acuerdo: sólo hay que ver cómo un puñado de testigos cuenta diferentes versiones ajustadas a sus particulares puntos de vista).

En algunas de sus tesis opino lo mismo que Shields, y no hay más que comprobar mis hábitos de compra en las librerías: si sólo puedo comprarme un libro y tengo que elegir entre una novela y un ensayo que me apetecen, lo más seguro y lo más habitual es que opte por el segundo. Lo que, sin embargo, no significa que me haya dejado de apasionar la novela. Lo que ocurre es que muchas novelas actuales cansan o no enganchan. Hasta que, claro, uno escoge un clásico (pongamos que sea de Thomas Hardy o de Emily Brontë) o una novela contemporánea con gancho (pongamos que sea de Ben Lerner o de Steve Erickson) y entonces se las come desde la primera página.

Que uno no siempre esté de acuerdo con todas las posturas de David Shields no significa que este libro no sea una joya. Lo es. Se trata de un manifiesto que ha de gustar a todo lector de raza. Por una sencilla razón: es un compendio de citas, que el autor va incorporando a su manifiesto y que le ayudan a consolidar lo que dice o le sirven como ejemplos de lo contrario, y los escritores que ha reunido son todos muy notables. Ahí van algunos nombres de los que podrán encontrar citas y extractos: Vladimir Nabokov, Virginia Woolf, Denis Johnson, Geoff Dyer, J. M. Coetzee, William Gass, Emily Dickinson, W. G. Sebald, Laurence Sterne, Janet Malcolm, Philip Lopate, Anne Carson… Bien, ¿no?

David Shields, para no importunar la lectura con cientos de notas al pie, incorpora la procedencia de las citas al final. De ese modo uno puede leerlo de una de dos formas: o se detiene en cada párrafo y comprueba en las últimas páginas quién es el autor o lo lee de un tirón sin importarle quién diga qué. Yo elegí la primera porque creo que así la lectura es más disfrutable, más reposada y más pertinente. Shiels se transforma en este libro en un dj de la literatura; también es como un montador de una película de Scorsese o de Tarantino, jugando con un montón de material que indica que, a menudo, el orden y el montaje lo son todo en el arte.

Apunté tantas citas del volumen que no sería conveniente que las colgara todas aquí (cómprense el libro, no se arrepentirán). Por eso he hecho una selección, y he añadido la procedencia:   

56
La pintura no está muerta. La novela no está muerta. Es solo que ya no son tan centrales para la cultura como antes.
[David Shields]

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63
¿Cómo podemos apreciar los libros de memorias, tomándolos por verdaderos, cuando todo el mundo sabe que nada es tan poco fiable como la memoria? Muchos libros de memorias hacen una virtud de la falta de adornos, de su expresión llana, pero lo primero y más inolvidable que aprendemos acerca de la memoria es que es falible. Como ahora sabemos, los recuerdos pueden enterrarse, perderse, bloquearse, reprimirse, incluso recuperarse. Recordamos lo que nos conviene, y casi no hay límite para lo que no podemos olvidar. Solo quienes lleven diarios detallados sabrán qué estaban haciendo el pasado año a esta misma hora, en esta misma fecha. Los demás recordamos solo los momentos más intensos y, a fuerza de repetición, incluso los convertimos en capítulos mitológicos de la historia de nuestras vidas. En este sentido, puede decirse que los libros de memorias son novelas modernas, hasta el punto de que tienen narradores poco fiables.
[Robert Winder]

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70
Al volverse más autobiográfica, más íntima, más confesional, más vergonzosa, una obra se fragmenta. Nuestras vidas no están delimitadas por líneas narrativas y, en consecuencia, el arte basado en la realidad –incompletamente procesado, incompletamente producido– se astilla y estalla por su propia naturaleza.
[David Shields]

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172
[…] La memoria autobiográfica es el recuerdo de sucesos o episodios, rememorados en sumo detalle. Lo que se conserva en la memoria no son los verdaderos sucesos, sino el modo en que les dimos sentido y los encajamos en nuestra experiencia.
[Alice Marshall]

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192
La línea que separa los hechos de la ficción es más borrosa de lo que se suele admitir. El sentido común da por supuesto que, mientras que el novelista realiza una labor de imaginación creativa, el periodista debe contar lo que en verdad ocurrió, tal como ocurrió. Esa distinción es fácil de expresar pero difícil de sostener con rigor. Porque la imaginación y la memoria son gemelas siamesas, y no se las puede separar de un corte. Hay razones de peso para afirmar que cualquier versión narrativa es una forma de ficción. Desde el momento en que se ordena el mundo con palabras, se modifica la naturaleza del mundo. […]
[Jonathan Raban]

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195
Al escribir adulteras la verdad. No pretendes alcanzar la verdad literal. Y el único consuelo cuando confiesas este defecto es que intentas llegar a la verdad poética, que solo puede alcanzarse mediante la fabulación, la imaginación y la estilización. Me empeño en conseguir autenticidad; nada de ello es real.
[W. G. Sebald]

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273
Siempre me han gustado las citas: ¿por qué me lo reprocharían? En la vida, la gente cita todo lo que quiere. Por ende, en una obra tenemos derecho a citar todo lo que queramos.
[Jean-Luc Godard]

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307
Ya no existe la ficción o la no ficción como tal; existe solo la narración.
[E. L. Doctorow]

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488
Uno no es importante, salvo porque el ejemplo personal puede servir para elucidar un rasgo humano general y hacer que los lectores se sientan menos solos y menos frikis.
[Phillip Lopate]

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494
Quien escribe sobre sí mismo y sobre su tiempo escribe sobre todo el mundo y todos los tiempos.
[George Bernard Shaw]



[Círculo de Tiza. Traducción de Martín Schifino]

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