"Mi carrera artística no terminaba de despegar y mi vida personal tampoco. Seguía viviendo en un semisótano de París en un momento histórico en el que Francia atravesaba una época de prosperidad. Era el principio de los 60 y con veinte años yo debía comerme el mundo. El lema de mi abuelo siempre fue ‘tener fe en uno mismo y, si no la tienes, utiliza tus contactos’. Entonces pensé en ella y la llamé".
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