Hace ya tres años de la primera novela de la trilogía de la vida de José Ángel Barrueco. Ese primer libro llevaba por título Asco, y giraba en torno a un viaje con todo programado. Hablaba del egoísta que todos llevamos dentro. Del profundo asco que sentía por estos pasajeros. Pero también de la vida. Del gozo de las pequeñas cosas.
Esta segunda parte se centra en la pérdida, la de la madre enferma de cáncer. Al igual que en Asco, la novela está narrada en primera persona, a modo de diario, casi de notas que vas apuntando en una moleskine. No son buenos tiempos para el protagonista y su familia, una serie de desafortunados acontecimientos han ido mermando la estabilidad que con grandes esfuerzos parecía que habían conseguido. La enfermedad de la madre, cáncer, es el detonante definitivo. Barrueco vive con M, su novia, en Madrid. Es difícil desplazarse de continuo a Zamora, su ciudad natal. Allí están sus hermanos y familiares cuidando de la progenitora. Viajes por Europa, invitaciones a presentaciones de libros propias y ajenas, citas con editores, son tareas que no puede descuidar uno. Pero por debajo late ese sentimiento de culpa por no poder estar del lado de la persona que te dio la vida todo el tiempo que te gustaría.
Paralelamente a la muerte, la vida: M está embarazada. La pareja se debate entre la inmensa alegría de la llegada de un nuevo ser, tu propio hijo, y la desesperanza más absoluta ante una marcha inminente por más que intentes agarrarte a una mínima esperanza, casi nula.
Barrueco va insertando a lo largo de las páginas pequeñas citas de diferentes libros con las que construye un mapa de la pérdida. C.S. Lewis, Bernhard, Cronenberg, Richard Ford, Eduardo Laporte o Juan Gracia Armendáriz, son solo algunos de los nombres que aparecen en este libro.
Sincera. Ese podría ser el adjetivo que más se aproxima a la escritura del escritor zamorano. Libre de todo efectismo, Barrueco compone un texto desgarrando su interior para honrar la memoria de su madre. La descendencia y el arte es lo que queda de uno cuando ya no está. No se me ocurre mayor homenaje que recordar a tu madre por escrito (o cualquier otra manifestación artística). Así nunca se irá del todo
Ansiedad cerrará la trilogía y versará, a priori, sobre la vida de ese bebé, de la paternidad. Ojalá no tengamos que esperar tres años más para poder disfrutarla.