"Pasamos nuestras vidas arremetiendo contra molinos de viento… No podemos conquistar las montañas pero nuestros ferrocarriles viajan a través de ellas con facilidad. No podemos vencer al río pero podemos doblarlo a nuestro antojo y poner diques para nuestros propósitos. Al final los tuneles se derrumbarán y los diques serán rebasados. Los corazones de nuestros pacientes se pararán...
Pero nosotros los humanos podemos dar unos cuantos buenos golpes durante la batalla antes de rendirnos.".
Doctor John Thackery, Jefe de Cirugía del Hospital Knickerbocker de Nueva York en 1900.
¡¡¡Aaaaaaaaaaamén!!!.
The Knick (10 capítulos) es una serie dirigida para la TV por Steven Soderbergh (con banda sonora electrónica de Cliff Martinez) que cuenta las andanzas de un equipo de cirujanos y enfermeras neoyorkinos liderados por un entusiasta Dr. Thackery quien, como habrán podido leer en su declaración de intenciones del speech que abre esta entrada pronunciado en el funeral de un colega, se entregan en cuerpo y alma a la más noble tarea que un ser humano está llamado a acometer: combatir a la Naturaleza. Porque la Naturaleza (no se engañen) es un mecanismo de selección doloroso, cruel e implacable. Menos mal que Dios nos puso en la Tierra para pararle los pies (nota: Dios no existe, sólo la Ciencia).
El Dr. Thackery (Clive Owen) paga un alto precio por luchar contra los dioses (el castigo que arrastramos los prohombres desde tiempos de Ícaro y Prometeo): Thackery es un yonki de la cocaína al que una enfermera tiene que pinchar su dosis diaria en la vena de su miembro viril porque el resto de los canales habituales los tiene ya destrozados. Thackery pasea por el aparente lado oscuro de la vida que resulta ser el lado luminoso de la Vida. Fuerza los límites de la ética para forzar los límites de la muerte. Todo un figura. Y no es una caricatura.
Así fueron muchos de los pioneros de la cirugía moderna. Un ejemplo de los muchos que encontrarán en la Historia de la Medicina: el doctor Nicolas Chervin se comió los vómitos de un paciente enfermo de la fiebre amarilla para demostrar que esta dolencia no se contagiaba por contacto humano. Por no hablar, de nuevo, de un auténtico mártir de la Ciencia: el húngaro Dr. Ignac Semmelweis murió en 1865 tras cortarse voluntariamente con el mismo bisturí con el que acababa de diseccionar a un cadáver. Quería demostrar que su petición de que los médicos se lavaran las manos antes de asistir a un parto tras manipular los cadáveres de la morgue no era una locura (como todo el mundo le decía).
De hecho, el personaje del Dr. Thackery está basado en la interesante biografía del Dr. William S. Halsted (1852 – 1922, "La cirugía sería encantadora si no tuvieses que operar"), el inventor los guantes de goma en las operaciones quirúrgicas (1890) y un tipo que personifica, una vez más, eso de que la realidad supera a la ficción.
La serie les ofrece una detallada reconstrucción histórica de los procedimientos quirúrgicos de la época con una ambientación, iluminación y fotografía exquisitas, un poquito de gore justificado por su afán de realismo (aunque por momentos puede resultar algo difícil de ver)..,
una producción por todo lo alto, unas magníficas interpretaciones, unos toques de denuncia social (pobres vs. ricos & negros vs. blancos), una monja que provoca abortos porque está harta de ver morir a jóvenes víctimas de embarazos no deseados, unos conductores de ambulancia que trafican con enfermos, un gerente de hospital que tiene líos con la mafia, un responsable de salud de NY que chantajea a los hospitales y una realización del siglo XXI muy soderberghiana. Todo lo antetior conforma una obra de arte sobresaliente que apunta maneras para colarse en el Top 10 de 2014 (y en buena posición).
No se la pierdan. Es muy buena y un canto a los sacrificios de tantos hombres y mujeres que lucharon (y murieron) por hacer de nuestro planeta un sitio hermoso en el que vivir bien y, casi tan importante, morir como el Hombre manda.