ya no


Hacer la maleta. Ir a un sitio en dónde nunca se estuvo. Un lugar en el cuál creer. La realidad es demasiado espantosa, llena de miserias. El amor es otra cosa. A veces, un manojo de flores un día cualquiera, unas manos entrelazadas mientras se cuentan estrellas o se mira a la luna, otras, la voz que se pierde en un sinfín de palabras amorosas al oído en una conversación telefónica. Un conjunto de cursilerías que a veces son necesarias. Aunque se oculten las intenciones.
La noche se hace larga y la espera dinamita las ilusiones que en verdad, nunca existieron. Sólo son autoengaños para paliar la ausencia de furia. Ella sabe que nada es cierto. No puede serlo. Ya no llora. Ya no. Se le acabó el tiempo de falsos espejos en la lluvia.
Escribir. Escribir como remedio de cruces que anulan. 


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