Ayer, mientras paseaba, una pareja de holandeses me pidió que les hiciera una fotografía frente al Palacio Real. Cogí su cámara, me separé unos metros y, ajustando el zoom, le hice un primer plano a la chica. Al devolverles la cámara y ver el resultado, él pareció enfadarse; en cambio, ella quedó encantada.