La casa y el viento

De visita en la hospitalaria Oklahoma, tierra de vientos y trenes, me entero de que pronto empezará la temporada de tornados, que en algunas zonas del estado pueden ser verdaderamente destructivos. Nadie a mi alrededor parece asustado por eso, o todos parecen haber aprendido a asustarse sin que nadie lo note. En la localidad de Moore, me cuenta una ancianita llamada Philis, varias casas vuelan cada año. Le pregunto cómo hace la gente para seguir viviendo allí. «Vuelven a construir sus casas, señor», me responde la anciana. ¿Y si al año siguiente vuelven a perderlas? «Entonces las construyen de nuevo, señor.» ¿Y por qué no se mudan a otro pueblo? «Porque esa es su casa.» Philis me sonríe y el rugido de un tren se lleva su siguiente frase hasta donde sólo el viento puede oírla.

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