Entrevista en Diario Córdoba

Javier Vázquez Losada. 15/03/2014

El escritor Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975, residente en Córdoba) es considerado uno de los más destacados representates de la nueva narrativa española desde la publicación de su primera novela Boxeo sobre hielo (Berenice, 2007), a la que han seguido posteriormente El ladrón de morfina (451 editores, 2010) y, ahora, Los hemisferios (Seix Barral, 2014). Ha publicado los poemarios Todos los miedos (Renacimiento, 2005), El libro de los hundidos (Visor, 2006) y Guerra del fin del sueño (La Garúa, 2008).

 

--¿Cómo surge Los hemisferios ?

--Hace tiempo que me rondaba la idea de escribir algo en torno a Vértigo , de Alfred Hitchcock, que es una película fundamental en mi formación como espectador de cine y como escritor: cuando la vi por vez primera, estaba todavía buscando mi propia voz narrativa, y descubrí que la película estaba contada desde el nivel de realidad que a mí me interesaba, un poco más arriba del realismo y un poco más abajo de la narrativa de terror o fantasía, en una especie de interregno entre esos dos mundos, y que yo quería escribir exactamente desde aquella altura.

--Uno se encuentra en Los hemisferios con dos novelas en una. Está La novela de Gabriel y La novela de María Levi .

--Cada una de las novelas refleja el modo en que ambos narradores, Gabriel y María, han sublimado su obsesión por la misma mujer, o mejor: por el mismo arquetipo de mujer. Como es sabido, en el hemisferio norte y en el hemisferio sur los vórtices corren en sentidos contrarios. Lo que el lector encuentra son dos universos distintos que se despliegan a partir de un mismo Big Bang, o, si se quiere, un Big Crash, una misma tragedia, y provocan interferencias el uno en el otro. El título también alude a los hemisferios cerebrales, uno más racional y contenido, y el otro más emocional y verborreico.

--La forma, el estilo de Los hemisferios es una de sus señas de identidad, ¿se adapta a aquello que quiere o ha querido contar?

--Para mí es difícil establecer la diferencia entre una cosa y otra. Pero es cierto que me interesan los narradores que tienen una voz y un aliento tan poderoso que te toman de la mano y te conducen por su universo literario sin soltarte. Y mi ambición, naturalmente, es convertirme en uno de esos narradores.

--En ocasiones uno habla con escritores que comentan que antes de la necesidad de contar una determinada historia les surge otra necesidad, la de contar de un determinado modo, la de expresarse. Eso lo comprendemos mejor cuando se trata de poesía, ¿qué ocurre cuando se trata de novela?

--Sucede lo mismo. En mi caso, la voluntad de escribir se activa con algunas imágenes, todavía muy confusas. Eso que Lezama Lima llamaba "la dinámica oscura". Yo parto de la voluntad de dar forma a algo que en origen es confuso. Escribir es para mí investigar esa materia oscura, en coherencia con aquello que decía Patricia Highsmith: "Escribir es preguntarte qué escribirías si escribieras".

--Uno de los aspectos más hipnóticos de la novela es la presencia de dos mundos tan diferenciados. En realidad hay varios, tantos como escenarios, como grandes platós donde la acción discurre o se sugiere.

--Yo diría que los escenarios de la novela son a su vez relatos. Más que ciudades reales, se trata de ciudades narradas, construidas a través del cine, la literatura, el turismo (que también es un relato)... En la segunda parte se insiste en la idea de que son esas narraciones las que nos mueven a viajar, y se presenta el turismo como una especie de acto de confirmación: buscamos en la ciudad visitada, por ejemplo en el París de la primera parte de la novela, los componentes del relato que traemos con nosotros.

-Relacionado con lo anterior, hay mucho cine en la novela, o así lo entiendo, tanto en el discurso como en el fondo, ¿qué hay de cierto o qué influencia cabe en Los hemisferios ?

--Hay dos películas que aparecen como plantilla: Vértigo , en la La novela de Gabriel ; y Ordet , en La novela de María Levi . Goddard escribió que los dos únicos directores que habían logrado filmar un milagro eran Hitchcock y Dreyer, el milagro de la resurrecicón de la mujer amada. En el fondo, Los hemisferios es una novela de fantasmas, pero no de ultratumba. De proyecciones, de espectros que viven en la conciencia, en la memoria y en el sueño.

--Hablar del género de la novela resulta más complicado por lo que hemos ido comentando, la segunda parte es más loca, un viaje enfebrecido, vampiros incluidos, mientras que la primera resulta más paródica, entre el humor y lo negro...

--No veo demasiado humor en la primera parte, la verdad. Lo negro sí, sin duda. O más bien una especie de anti-novela negra, que adopta su apariencia precisamente para impugarla. La segunda es, en efecto, más visionaria, poética y enfebrecida.

--Los hemisferios exige un esfuerzo por parte del lector, algo muy de agradecer en esta época de consumo fácil.

--El lector es soberano, puede elegir lo que le interese, faltaría más. Pero a mí no me apetece perder el tiempo con literatura de (mero) entretenimiento, porque espero de la lectura algo más que entretenimiento. La literatura de entretenimiento me resulta terriblemente aburrida.

--Como la cuestión del género es inevitable. Todo libro es un artefacto, llamémosle novela en este caso, pero hay mucho de ensayo en él. También poesía.

--No pretendo resultar moderno (o postmoderno), ni epatar con erudición filosófica o cinéfila. En mi caso responde a un deseo de libertad formal. Cuando cito a algún autor, lo hago porque hay quienes han dicho mucho mejor que yo lo que me propongo decir en alguna reflexión en particular, o lo han hecho de una manera más comprimida y eficaz, y porque escribir es también entablar un diálogo con ellos.

--Son innumerables las influencias que uno descubre en la lectura, desde Perec hasta Foster Wallace, pasando por Hitchcock. Confiésenos algunas menos visibles.

--En realidad, creo que todas resultan bastante evidentes. En la peregrinación de Gabriel al final de la primera parte, yo encuentro resonancias de Un hombre que duerme , de Perec, además de la alusión --explícita en otros pasajes de la novela-- a El Spleen de París de Baudelaire. En los pasajes de La novela de Gabriel en que se reflexiona sobre la tecnología me parece obvia la influencia de Don DeLillo.

--Si no llevo mal las cuentas, ésta es su tercera novela. Y están su libros de poesía. ¿Qué será lo próximo?

--Lo próximo es descansar un poco. De un proyecto como éste se sale con un enorme agotamiento e incluso con rencor hacia la literatura, por todo lo que nos roba la literatura.

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