Y.K., ciudadano coreano, fue reclutado en 1938, a su pesar, por el Ejército Imperial del Japón, más tarde por el Ejército Rojo de la Unión Soviética y, finalmente, por la Wehrmacht alemana para acabar siendo capturado por los americanos en Normandía en junio de 1944.
Sí amigos, estas cosas pasaban en la WWII, seis años en los que millones de seres humanos sufrieron de una indefensión e injusticia apabullantes. Lo mismo que nuestro protagonista de hoy.
“Le ordenaban sonreír; pero no podía… Aquello era el final. No podía resistir más. Ningún hombre hubiera podido resistir más.”
Animado por el éxito de Doctor Zhivago (1965, obra maestra de David Lean), el productor italiano Carlo Ponti encargó otro intento de megahit, europeamente coproducido al estilo de epopeya contemporánea para MGM, al director francés Henri Verneuil, cuyo armenio nombre original era Achod Malakian (bastante más chulo por cierto).
La película está basada en la estupendísima novela homónima (1949) del escritor rumano
Constantin Virgil Gheorghiu.
Película y novela nos cuentan la historia del joven Jannos Moritz, un campesino rumano, un hombre sencillo de gran corazón, casado con la bella Suzanna (la bella Virna Lisi) a la que pretende (bueno, lo que pretende es tirársela) el malvado jefe de la policía local, el capitán Dobresco.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que los nazis pasan por la colaboracionista Rumanía, el jefe de policía consigue que Jannos sea apresado por los nazis bajo falsa "acusación" de ser judío por lo que es trasladado a un campo de trabajo.
A partir de aquí, el inocente y bonachón Jannos experimentará en sus carnes, tambíén muy a su pesar, los desastres de la guerra que, bajo su ingenua mirada, se nos antoja todavía más absurda y cruel. Un ejemplo delirante es el momento en el que la comunidad judía de Budapest le niega su ayuda argumentando que, pese a haber sido maltratado como judío, él es, en realidad, un gentil: un cristiano ortodoxo...
“…aquellos hombres no estaban muertos. Oscilaban entre la vida y la muerte. Por espacio de un momento parecían vivos y en el segundo siguiente habían entrado ya en la muerte. Y en algunos momentos, estaban muertos y vivos al mismo tiempo. No ocupaban espacio. El espacio estaba eliminado, muerto”.
Rocambolesco y muy representativo de la locura de aquellos años, es el tragicómico episodio en el que Jannos es "rescatado" de un campo de concentración alemán por un doctor nazi convencido de que su cráneo es el arquetipo ideal del súperhombre - súperario. ¡Su rostro será portada de la revista Signal! así que cuando llegan los americanos y liberan el campo... No cuento más.
Basada en parte en hechos reales, la historia, que parece una mezcla de las de Tolstoi y Kafka, muestra lo ruines que podemos llegar a ser casi todos nosotros en situaciones extremas. Y digo casi, porque los espíritus puros, los niños y la gente como Jannos Moritz (o mi padre) nunca se pervierten.
La hora 25 incluye, además, una hermosa banda sonora del gran Georges Delerue repleta de colores rumanos en la que, como no podía ser de otra manera, se escucha el cimbalón...