Nicole Krauss: La historia del amor.
Salamandra. Traducción de Ana María de la Fuente.
«Cuando escriban mi necrológica. Mañana. O pasado. Pondrán: “Leo Gursky ha muerto. Deja un apartamento lleno de mierda”».
Son las primeras líneas de La historia del amor, publicada en 2006, un annus horribilis en el que leí un único libro. Encerrada. En un coche. En un campin. En Francia. Dónde en Francia: no sé. Lo que sí sé: aquel libro no fue La historia del amor.
Más adelante, el protagonista imagina otro epitafio: «Leo Gursky: buscaba una explicación». Esta novela va de eso: búsquedas, encuentros, literatura, descubrimientos. Historias dentro de más historias. Piezas traspasadas por comicidad y tragedias que se deslizan como placas tectónicas, en una estructura que demanda leer con atención.
Tal vez no haya más acertada forma de retratar el amor, ese ¿hecho? ¿materia? ¿concepto? fragmentario, más denso que el iridio y tan inaprensible como... una sandía en invierno.
«Una puerta, y otra, y otra, y otra, y otra y otra se abrieron. La gente se hizo adicta al sentimiento. Y entonces, por millonésima vez en la historia, el corazón se eleva y absorbe el impacto».