Tarda en llegar y al final hay recompensa.
En la zona de promesas.
Soda Stereo
Seamos anestesia.
Penetremos a través de finas agujas invisibles las venas del tiempo
para adormecernos y alucinarnos en noches desgarradoras terriblemente solitarias y
oscuras hasta aclararlas.
Que caiga el mar y el cielo a la vez, rompiéndonos en mil pedazos el cuerpo
que también sangra estrellas y lágrimas y semen y rabia
para evaporarnos en el aire a través de manos que lloran.
Gran naufragio perfumado del infierno:
flores blancas sin aroma.
Así, de un lado y otro,
la ensoñación pero también lo real que destroza.
Una habitación cerrada sin siquiera la posibilidad de masturbarnos palabras:
cópula infinita con la ausencia profunda que nos estalla al despertar,
sin pausa, cada mañana.
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