LOUIS-FERDINAND CÉLINE A TRAVÉS DE
El descrédito, una antología de textos seleccionados por Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez (Lupercalia)
por Juan Jiménez García
¡Oh, cielos, otro libro sobre Céline! El pesado de Céline, que dice Enrique Vila-Matas. Céline, que escribió dos buenos libros y un buen puñado más lamentándose de su suerte, dice Vila-Matas también. Céline el panfletario, el anarquista, el nazi, el escritor que cambió la escritura para siempre, el escritor que debía haber sido fusilado, por ese empeño que tuvo en seguir vivo. Sí, otro libro sobre él. Y no es que en España haya muchos (que alguno hay, al menos), pero seguramente hay que seguir escribiendo sobre él. O alrededor de él, sería más exacto decir. Porque el libro que ahora edita Lupercalia, con selección y prólogo de Vicente Muñoz Álvarez y Julio César Álvarez, en realidad es lo que promete: viajes narrativos.
Debemos entender por viajes narrativos incursiones en su propio territorio. Y también: aproximaciones, ligeras reflexiones sobre su obra. Y también: encuentros fugaces con su figura. “¡Pero hallar la emoción de «lo hablado» a través de lo escrito!, ¡no es cualquier cosa!” Esto lo dice el propio Céline. Y entonces, bien, allá cada cual con sus riesgos. Y lo mejor: es necesario tomar esos riesgos, de modo tan cierto como que sin riesgo no puede existir esa escritura.
Seguramente muchos nos hemos acercado a Céline de la misma manera que buena parte de los que forman esta antología: por la atracción fatal que ese título, Viaje al fin de la noche, ejerció entre nosotros. A partir de él, empezaba nuestro propio viaje a través de su escritura, que puede ser terriblemente agotador, por todo lo contado y cómo está contado, y por esos problemas de conciencia que de cuando en cuando nos asaltan. Leonardo Sciascia se prometió a si mismo nunca leer a este hombre, y bueno, a veces me pregunto cómo es posible conciliar a estos dos escritores junto a una misma cabecera.
Leyendo los relatos que forman este viaje, la mayor lección de Céline no sería cómo transformar en escritura el lenguaje oral (tarea difícil de asumir), sino más bien cómo trasladar la vida (o mejor, el furor, el ruido, la suciedad de esa vida) al papel, como convertirnos en personajes de nosotros mismos. Y no es una tarea fácil de asumir, porque después de todo seguimos viviendo en un tiempo de héroes, de superhéroes incluso, en el que vivir de cualquier manera no tiene especial mérito y, desde luego, no merece el tiempo de un relato.
Como en toda reunión, los resultados son dispares, pero merece la pena meterse en esa variedad de propuestas, que no dejan de ser un buen puñado de hilos del que tirar, pistas que seguir, encuentros provocados y, de cuando en cuando, descubrir textos brillantes, como, por citar tan solo uno de ellos, Charles Chaplin Céline, pequeño y atrevido juego de espejos. El libro recoge una buena generación de jóvenes y no tan jóvenes escritores al calor del undergroundde muchos de ellos, y esto lo convierte en una magnífica oportunidad de ver sus inquietudes, modos y maneras.