SIBERIA 2013-11-11 07:43:00













COMIENZA LA TEMPORADA OTOÑO-INVIERNO, I



UNA HISTORIA DEL ARTE MODERNO EN MIL QUINENTAS PALABRAS (QUE NO VA A GUSTAR A UNOS CUANTOS)




Cuando unos cuantos alumnos rebeldes se largan del estudio de un viejo pintor para ponerse a pintar por su cuenta saben perfectamente lo que están haciendo. Son tan temerarios como ignorantes. La sima ya está descubierta. Es un abismo inmenso, de una negrura absoluta, sin límites, sin fondo. El abismo está ahí desde que Velázquez y Goya abrieron la brecha. Pero hasta el siglo XIX nadie estaba en condiciones de adentrarse en él. Para tener éxito en la exploración y conquista había que trabajar en grupo. Todos los intentos individuales, por muy honestos que fueran (Coubert, Turner…) estaban condenados al fracaso. Pero estamos a finales del siglo XIX, muy pocos años antes de que el Segundo Imperio francés se hunda en su propia vanidad y estupidez (y con él empiece a morir una manera de ver el mundo en la que vale más el honor que la vida, sobretodo si se trata de la vida de los otros), y la fotografía ha dado el golpe de gracia a la pintura. El pintor tiene una crisis de identidad insuperable. Desde las paredes de las tumbas etruscas hasta los cuadros que cuelgan en los grandes gabinetes, palacios y embajadas de la Europa liberal el pintor ha venido haciendo lo mismo, ha seguido la misma línea evolutiva. Y todo para ver que esa línea se termina bruscamente. La realidad ya no necesita a los pintores: tiene a los fotógrafos. Y curiosamente los fotógrafos y los pintores no son enemigos. De hecho la primera exposición impresionista se realiza en la galería de un fotógrafo parisino y, sólo por citar un ejemplo evidente, Degas empieza a utilizar la técnica de la imagen partida en sus cuadros, en una imitación clara de las fotografías. Entre ellos reina el sentido común: para mí la realidad, para ti el abismo. Y al abismo se lanzan, como lo que son, jóvenes imprudentes y aventureros, los primeros impresionistas. Ellos no saben que están iniciando la destrucción sistemática del arte. Bueno, es normal, otros no supieron o no llegaron a comprender hasta qué punto estaban destruyendo la literatura, la ciencia, la filosofía o la religión. 
(...)




                                                                                         (Foto del autor)




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