Si me fascina la historia de la WWII es, en parte, porque sucedieron cosas tan curiosas, absurdas y trágicas como las que se nos cuentan en la película checa Un mundo azul oscuro dirigida por Jan Sverák, a quien los más viejos del lugar recordarán por la película que ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1996: Kolya.
Menos de 20 años les duró a los checoslovacos su país tras el Tratado de Saint Germain y antes de que Adolf Hitler convirtiera la parte checa, en 1939 y sin pegar un solo tiro, en protectorado alemán ante la pasividad de Francia y Gran Bretaña que, seis meses antes de la invasión de Polonia, decidieron adoptar una postura de no intervención en el asunto checoeslovaco. Los eslovacos obtuvieron su "independencia", aunque quedaron como estado satélite de la Alemania nazi.
Es en este contexto en el que arranca la película Un mundo azul oscuro.
Los pilotos de aviación checos Franta Sláma y Karel Vojtisek deciden abandonar el país y trasladarse a Gran Bretaña donde combatirán, junto con otros compatriotas, contra las fuerzas del Eje formando parte de un escuadrón checo integrado en la mítica RAF británica que, a bordo de los no menos míticos Spitfire, derrotaron a la Luftwaffe en la Batalla de Inglaterra.
La amistad y determinación de Franta y Karel parecen inquebrantables hasta que se cruza en sus vidas una bella joven por la que ambos comenzarán a sentirse atraídos. Triángulo amoroso habemus para darle a la historia un toque romántico y ligeramente melodramático.
Aunque la película no funciona bien del todo en su conjunto y da la sensación de tener un ritmo algo irregular, posee una muy bella fotografía, un diseño de producción de altos vuelos (toma chascarrillo), amén de la que creo que es la mayor de sus virtudes, la estupenda coreografía de sus escenas aéreas (sin FX, gracias a unas logradas maquetas) que la hacen altamente recomendable.
El otro punto a su favor es que los hechos están narrados en forma de largos flashbacks del protagonista Franta Sláma quien, cinco años después de acabada la contienda mundial, se encuentra prisionero, junto con otros compatriotas y soldados alemanes, en un campo de concentración de su sovietizado y reunificado país. Su delito: es sospechoso de pro-occidental por haber combatido al lado de los británicos. Ironías crueles e injustas del destino. Bonita recompensa.
En fin, una película bonita y muy correcta que hará las delicias de los amantes del género bélico.