SEGUNDO PLATO






Éste es el microrrelato que tenía preparado para Halloween. Sin embargo, se cruzaron en mi camino los pobres mineros que sucumbieron en las entrañas de la tierra. Y, sin darme cuenta, escribí el poema que publiqué hace unos días y titulé Mineros.

Pasadas las primeras horas de duelo, que no el dolor y el olvido, llegó el momento de mostraros este terrorífico y, a la vez, divertido cuento; con mi rúbrica final.  

Puede que os deje con ganas de más. Sin embargo, es el primer plato, el segundo y el postre con caramelo. Surgió con punto y final incluido. Degustarlo sin atragantamientos.













SEGUNDO PLATO


Hanny subió los peldaños de la escalera de su casa, de tres en tres. Estaba cansado de pelear, de soltar puñetazos, de robar carteras, de ser el machito alfa de la pandilla callejera. Como cada noche, su madre le había dejado preparada la cena antes de marcharse a trabajar: patatas con judías. No había para más. Aunque siempre se acostaba medio vacío, aquel plato era todo un manjar. Ella era la única que lo mimaba, que lo comprendía y que, por ende, lo conocía.

Su padrastro estaba tirado en el sofá. Una mar abominable de cervezas Aurumde Caprabo, colillas de tabaco para liar y comida precocinada. Hacían las veces de compañeros de su party inanimada. Dormitaba con unos sonoros ronquidos de gorrino cebado. Estaba lo suficientemente engrosado como para llevarlo al matadero. Hanny, no comprendía qué encontraba su madre en aquel amasijo de tocino cuya única ambición era ver los Reality Show televisivos entre exabruptos y ventosidades para, después, entrar en su perpetúo delirium tremens.

Lo miró escrupulosodurante un buen rato antes de calentarse el plato. Siguió observándolo, mientras devoraba con ahínco la totalidad del hervido y rebañaba las sobras a rastras de migas. Sin embargo, seguía hambriento. Así, que tomó los afilados instrumentos cárnicos de la cocina y le rebanó el pescuezo. Después, con la templanza propia de un cirujano experto: lo troceó. Guardó los restos en el congelador con bolsitas ex profeso para tales menesteres y etiquetas identificativas de la parte conservada.

Esa noche, tuvo segundo plato. Sabía que nunca volvería a pasar hambre.










Anna Genovés
31/10/2013

Derechos reservados a su autora
Sol. Pro. Intelectual. V-1825-12
© Anna Genovés










HANNIBAL EL ORIGEN DEL MAL
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