Manuel Mantero
Ángel de la guarda
El cuerpo aquél cuya presencia era
un éxtasis
y su andar un latido
apresurado hacia los pubis
adolescentes,
no vive ya: malvive.
Tanto vino ha encorvado su belleza,
sin pluma y sin poder tiene las alas,
le duele el gesto de reír
y se fatiga si los astros mira,
él, que cielos de plata cada noche
con una mano sostenía.
Renuncio
a ser el ángel de la guarda
de mi sátiro ángel de la guarda.
De su libro
Primavera del Ser,
Igitur, 2003
Otros poemas de Manuel Mantero
"Eternidad" * "El ángel de la guarda"
"Grafito en un monumento a Luis Cernuda"
"Juventud" * "Adiós del iniciado".
"Quizá sea hora de marcharse" * "Una copa de vino"
"Blasfemias de un borracho contra Ariadna"
Grandes Obras de
El Toro de Barro
2ª Edición. PVP 10 euros edicioneseltorodebarro@yahoo.es |
Cuando tocó mi mano con sus dedos,
cuando mordió mi mano
y dejó sus labios caer sobre mi boca
como una manzana, había nubes
cabalgando encima de la tierra,
y el fuego de su alma se agitaba
como el relámpago de una tormenta de verano.
No era un espejismo, no: la tierra era
un mar sediento y encrespado,
y cuando la abrazó la lluvia, mi corazón
se llenó de guitarras, y se atrevió a cantar.
cuando mordió mi mano
y dejó sus labios caer sobre mi boca
como una manzana, había nubes
cabalgando encima de la tierra,
y el fuego de su alma se agitaba
como el relámpago de una tormenta de verano.
No era un espejismo, no: la tierra era
un mar sediento y encrespado,
y cuando la abrazó la lluvia, mi corazón
se llenó de guitarras, y se atrevió a cantar.
Shamer Khair