somos Cid y la poesía puro caballo
que tarda en morir la poesía,
sí, agoniza despacio y mal
esa maldita,
tan mal agoniza,
así llámase a sí misma
que vive plenamente
más alto que el tiempo,
más alto que la vida,
esa maldita.
y nos arrastra en el barrizal
que de tan alto desciende
navegando quebrados, cinéreos
como ramas partidas de su árbol muerto
y nos llama barcos de Ulises
esa maldita.
que tarda en morir la poesía,
tardamos tanto en ver belleza
en la provinciana salud,
tan exótica y chic es la fiebre
de esa maldita;
la miramos bien, complacidos
desde el desalojo
al que nos exilió la conciencia
(tanto es igual en el cepo
si tintada en sangre y ceguera
la pata de una alimaña
y de un bello cordero)
y nos llama iluminados,
nos llama sabios, prohombres
a nosotros,
esa maldita.